Durante años, la palabra queer fue un insulto. Una forma cruel de señalar lo diferente, lo que no encajaba, lo que salía de la norma. Pero como muchas otras palabras que la sociedad ha intentado usar contra nosotres, fue resignificada. Se convirtió en un grito de guerra, en una etiqueta orgullosa, en una forma de habitar el mundo desde la diversidad. Pero… ¿qué significa realmente ser queer?
Una palabra con historia (y heridas)
La palabra queer tiene raíces en el inglés y originalmente significaba algo así como “extraño” o “raro”. No era necesariamente un término negativo hasta que empezó a utilizarse para humillar a personas LGTBIQ+. Durante buena parte del siglo XX, llamarte queer era una forma de violencia verbal.
Sin embargo, a partir de los años 80 y 90, sobre todo con el auge de los movimientos activistas como Queer Nation, empezó a usarse como una forma de desafiar esa misma violencia. ¿Nos llamas raros? Pues sí, lo somos. Y estamos orgulloses de ello. Así empezó el proceso de reapropiación, que hoy continúa y se reinventa constantemente.
Entonces… ¿ser queer es ser gay?
No exactamente. Aunque muchas personas queer también se identifican como lesbianas, gays, bisexuales o trans, lo queer va más allá de una orientación sexual o una identidad de género concreta. Ser queer es romper etiquetas, cuestionar las normas, resistirse a las categorías cerradas.
Una persona queer puede ser no binaria, pansexual, intersexual, transmasculina o incluso no sentirse cómodx con ninguna etiqueta. Es una identidad amplia, fluida, a veces confusa… y eso es precisamente parte de su esencia.
Lo queer como forma de ver el mundo
Más allá de lo personal, lo queer es también una mirada política. Es decir: no se trata solo de cómo una persona se identifica, sino de cómo vive, se relaciona y cuestiona el mundo que le rodea. Lo queer es una herramienta crítica para desmontar las normas rígidas que nos dicen cómo debemos amar, vestir, hablar o comportarnos según nuestro género.
Esta perspectiva no solo incomoda al sistema cisheteropatriarcal, sino que también nos invita a preguntarnos cosas que tal vez nunca nos habíamos planteado:
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¿Por qué hay colores “de chico” y “de chica”?
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¿Por qué se asume automáticamente que alguien es heterosexual?
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¿Por qué hay tantas reglas no escritas sobre cómo debe ser una “pareja normal”?
Ser queer no es lo mismo para todes
Lo queer no se vive igual en todas partes ni desde todos los cuerpos. No es lo mismo ser queer en una gran ciudad que en un pueblo pequeño. No es igual ser queer y racializade, que ser una persona blanca. No es lo mismo ser una persona no binaria con acceso a un entorno seguro que vivirlo desde la marginación o la pobreza.
Por eso, ser queer también implica entender los cruces entre distintas opresiones: género, raza, clase social, diversidad funcional, corporalidad… Todo eso forma parte de la experiencia queer y la enriquece, pero también la complica.
¿Y qué hay de quienes no se sienten identificades?
Es totalmente válido. Hay personas que se identifican como parte del colectivo LGTBIQ+ pero no se sienten cómodas con el término queer. Algunas lo rechazan por su historia de insulto, otras porque lo consideran demasiado amplio o poco claro. También hay quienes creen que la palabra ha sido absorbida por el mercado y la moda, perdiendo parte de su fuerza transformadora.
Estas críticas no invalidan lo queer, pero sí nos recuerdan que ninguna etiqueta es perfecta ni universal. Cada une tiene derecho a elegir (o no elegir) cómo definirse.
Lo queer en la cultura y los medios
En los últimos años, lo queer ha ganado mucha visibilidad en el arte, la literatura, el cine y las redes sociales. Desde personajes no binarios en series hasta editoriales que celebran la diversidad corporal y de género, lo queer se ha vuelto cool, estéticamente deseable, incluso rentable.
Y aquí es donde empiezan los dilemas. Porque una cosa es la visibilidad —que es importante, claro— y otra muy distinta es la mercantilización. ¿Hasta qué punto las marcas y las plataformas están realmente comprometidas con lo queer, y no solo utilizándolo como una estrategia de marketing?
Este es uno de los grandes debates actuales: ¿se puede ser queer dentro de un sistema capitalista que convierte todo en producto? No tenemos una respuesta única, pero la pregunta sigue abierta.
Claves para entender lo queer (sin volverse locx)
Si sientes que te estás perdiendo entre tantas etiquetas y matices, respira. No hay que entenderlo todo de golpe. Aquí te dejamos algunas ideas clave para navegar el universo queer:
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No es una identidad cerrada, sino un paraguas amplio.
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Es tanto personal como político.
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No todas las personas LGTBIQ+ se identifican como queer.
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Ser queer puede significar muchas cosas distintas.
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Está bien cambiar, evolucionar y no tenerlo todo claro.
Lo queer es, al final, una invitación a explorar, cuestionar y transformar. Es una manera de decir: “No tengo que seguir las reglas que no me representan. Puedo crear las mías”.
¿Y si lo queer también tiene sombras?
A pesar de su potencial liberador, la etiqueta queer no está exenta de problemas. Algunas voces críticas, sobre todo desde comunidades trans o racializadas, advierten del riesgo de que lo queer se convierta en un concepto vacío o elitista. Hay quien denuncia que ciertas personas blancas, con estudios y privilegios económicos, se apropian de lo queer para hacer activismo “desde el sofá” o generar contenido para redes, dejando fuera a quienes viven la marginalidad real. También hay un debate abierto sobre si lo queer invisibiliza identidades concretas al diluirlas en una etiqueta demasiado amplia. En cualquier caso, estas tensiones son necesarias: hacen que lo queer no se duerma, que se repiense y se mantenga vivo.
Conclusión: lo queer como posibilidad
Más que una respuesta, lo queer es una pregunta abierta. Una posibilidad. Una forma de nombrar lo inefable, lo cambiante, lo que aún no tiene palabras pero sí existencia. Ser queer no es tenerlo todo claro, sino tener el valor de dudar, de explorar, de existir desde los márgenes con dignidad y orgullo.
Y tú, ¿qué entiendes tú por queer? ¿Dónde te sitúas en esta constelación de identidades? Puede que no lo sepas aún. O puede que tu definición cambie con los años. Eso también es parte del viaje.