EEUU aprueba Yeztugo, el primer fármaco semestral para prevenir el VIH. ¿Estamos más cerca del fin de la epidemia o aún hay barreras por derribar?
Una nueva forma de protegerse contra el VIH
Una revolución silenciosa acaba de comenzar en la prevención del VIH. Esta semana, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) ha dado luz verde a Yeztugo (lenacapavir), el primer medicamento inyectable que se administra solo dos veces al año para reducir el riesgo de infección por VIH en personas adultas y adolescentes.
Este avance no es menor. Durante décadas, las opciones de prevención han estado limitadas a regímenes diarios de pastillas, como la conocida PrEP. Ahora, con solo dos pinchazos al año, se abre una puerta a una protección más accesible, especialmente para quienes tienen dificultades para mantener la adherencia a tratamientos diarios o enfrentan barreras sociales y estigmas.
¿Qué es Yeztugo y cómo funciona?
Yeztugo es un inhibidor de la cápside del VIH, que actúa interfiriendo en el proceso de replicación del virus. Ya se utilizaba en Europa como parte del tratamiento para personas con VIH, pero ahora da un paso más al posicionarse como herramienta preventiva.
La indicación aprobada por la FDA es clara: prevención del VIH por vía sexual en personas adultas y adolescentes que pesen al menos 35 kg. En los ensayos clínicos, el 99,9 % de las personas participantes permanecieron VIH negativas tras recibir el tratamiento.
Un momento clave, según la comunidad científica
Daniel O’Day, CEO de la farmacéutica Gilead Sciences (fabricante del fármaco), lo resume así:
“Yeztugo nos ayudará a prevenir el VIH a una escala nunca antes vista. Ahora tenemos una manera de acabar con la epidemia del VIH de una vez por todas.”
Carlos del Río, codirector del Centro Emory para la Investigación del SIDA en Atlanta, coincide en su importancia, subrayando que este nuevo enfoque podría romper barreras fundamentales como la falta de adherencia o el estigma social asociado a los tratamientos diarios. “Muchas personas no se sienten cómodas tomando una pastilla todos los días, ya sea por razones personales, familiares o sociales”, explicaba en una entrevista.
¿Qué cambia con esta aprobación?
Hasta ahora, las personas interesadas en prevenir el VIH tenían que optar por medicamentos orales diarios o inyecciones más frecuentes. Con esta nueva alternativa, se reduce la carga del tratamiento y, con suerte, también las desigualdades en el acceso y la estigmatización que aún rodean a las personas que deciden protegerse.
La opción de un tratamiento semestral no solo simplifica el proceso, sino que también puede tener un impacto real en comunidades especialmente vulnerables o desatendidas, incluidas muchas personas LGTBIQ+, migrantes, jóvenes y trabajadoras sexuales.
Pero… ¿es oro todo lo que reluce?
Aunque la noticia marca un avance importante, no está exenta de dudas. Por ejemplo, el precio del fármaco podría convertirse en una barrera significativa en países sin un sistema sanitario público robusto o sin subsidios adecuados. Además, el entusiasmo generalizado deja en segundo plano la falta de datos a largo plazo sobre posibles efectos secundarios o resistencias. También cabría preguntarse: ¿pondrá la industria tanto empeño en hacerlo accesible para todes como en anunciar sus logros?
Un futuro prometedor… si se garantiza el acceso
La prevención del VIH con una inyección semestral marca un hito esperanzador. Pero como suele pasar con muchos avances médicos, su impacto dependerá de que llegue realmente a quienes más lo necesitan. La lucha contra el VIH no solo es médica, también es social. Y aunque no tengamos aún todas las respuestas, es hora de seguir preguntando.
