Barcelona vuelve a vestirse de música, luces y orgullo con la llegada de la 16ª edición del festival internacional LGTBIQ+ Circuit. Un evento que no solo llena pistas de baile, sino también hoteles, restaurantes y calles, atrayendo a miles de visitantes de todo el mundo.
Este año, la cita se expande con dos nuevas localizaciones: el Go! Beach del Port Fòrum, en Sant Adrià de Besòs, y el Be Disco de Molins de Rei. El objetivo, según la organización, es claro: no concentrar toda la energía en un único espacio, sino repartirla entre diferentes puntos de la ciudad y sus alrededores. Una estrategia que, de paso, reparte también los beneficios.
Un motor para la economía local
Entre el 9 y el 17 de agosto, el Circuit ofrecerá 12 fiestas de alcance internacional en clubes icónicos como Razzmatazz, Input Club o Safari, además de las nuevas sedes. Se calcula que el evento generará unos 500 puestos de trabajo directos y alrededor de 1.000 indirectos, desde camarerxs y personal de seguridad hasta trabajadores de hoteles, transporte y ocio nocturno.
La afluencia de visitantes es palpable. El Hotel Axel Barcelona, referente del turismo LGTBIQ+, roza el 100 % de ocupación. Su director, Carlos Aguilar, asegura que la semana del Circuit es una de las más esperadas:
“Las expectativas son altas, incluso en plena temporada alta. La estancia media de lxs asistentes ronda entre 5 y 7 noches, lo que supone un impacto muy positivo para la ciudad”.
Momentos icónicos y DJs de renombre
Entre las propuestas más esperadas está el Water Park Day, el 12 de agosto, en el parque acuático Illa Fantasia (Vilassar de Dalt). Se prevé que unas 10.000 personas llenen toboganes y piscinas en una jornada que ya es leyenda dentro del festival.
Este año, la programación contará con 40 DJs de prestigio nacionales e internacionales. Y como broche, el 16 de agosto la Fira de Barcelona acogerá los Matinée Awards, la gran gala que premia a las figuras más destacadas de la escena.
Más que un festival: una cita para reflexionar
El Circuit es, sin duda, un imán turístico y un escaparate de la diversidad. Pero también deja preguntas sobre el tipo de turismo que queremos para nuestras ciudades, el equilibrio entre ocio y descanso vecinal, o cómo garantizar que el impacto económico beneficie a todxs por igual.
Lo que está claro es que, por unos días, Barcelona se convierte en un punto de encuentro global para la comunidad LGTBIQ+, celebrando con orgullo la diversidad y la libertad de ser. Y eso, quizá, ya es un motivo suficiente para que la ciudad lo abrace año tras año.
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