El Parlamento aprueba reformas que limitan la diversidad y los derechos fundamentales
En Hungría, el Parlamento ha aprobado una controvertida enmienda constitucional que define a las personas únicamente como hombres o mujeres, reforzando así una visión binaria del género en la Carta Magna del país. La medida, respaldada por el gobierno del primer ministro Viktor Orbán, forma parte de una serie de reformas que han encendido las alarmas tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Con una mayoría aplastante —140 votos a favor frente a solo 21 en contra—, la nueva modificación constitucional graba en piedra la existencia de dos únicos géneros y refuerza otras políticas que preocupan a organizaciones defensoras de los derechos humanos. Entre ellas, se incluye una disposición que subraya “la primacía del derecho de los niños a un correcto desarrollo físico, mental y moral sobre cualquier otro derecho”, una fórmula ambigua que se ha utilizado para justificar la prohibición del desfile del Orgullo bajo el argumento de proteger a la infancia.
Una «limpieza de Pascua» que preocupa a Europa
Orbán, líder nacionalista de larga trayectoria, había prometido en marzo una “gran limpieza de Pascua”. Bajo ese lema, no solo se han impulsado leyes que afectan a la comunidad LGTBIQ+, sino que también se ha aprobado una enmienda que permite al gobierno privar de la ciudadanía húngara, aunque sea de nacimiento, a personas con doble nacionalidad consideradas como “traidoras a la nación”.
Esta política, que evoca tiempos oscuros en la historia europea, ha sido duramente criticada por voces de la oposición y colectivos ciudadanos. La diputada opositora Timea Szabo recordó que las protestas contra reformas similares ya se remontan a 2011: “Nunca pensamos que seguiríamos aquí 14 años después”, señaló.
Protestas en las calles: la voz ciudadana no se rinde
La aprobación de estas medidas no ha pasado desapercibida para la ciudadanía. En las últimas semanas, Budapest ha sido escenario de una oleada de manifestaciones. Personas vestidas de gris, símbolo de la uniformidad impuesta, han tomado puentes y calles para expresar su rechazo. El sábado, miles salieron a protestar una vez más, desafiando al frío y a la represión policial. Algunas protestas incluso llegaron hasta las puertas del Parlamento, donde manifestantes intentaron bloquear el acceso y fueron desalojades por la policía.
En el interior del edificio, diputades opositores desplegaron pancartas mientras se escuchaban gritos de «No nos dejaremos transformar en la Rusia de Putin», un mensaje que sintetiza el temor de una deriva autoritaria.
¿Defensa de la infancia o excusa para censurar?
Aunque el gobierno asegura que estas reformas buscan proteger a les menores y reforzar los valores tradicionales, muches activistas y expertes en derechos humanos señalan el peligro de utilizar el bienestar infantil como pretexto para restringir derechos fundamentales. ¿Es realmente posible proteger a la infancia excluyendo realidades diversas? ¿No será más dañino criar a nuevas generaciones en un entorno donde solo se reconoce una única forma de ser y de amar?
¿El principio del fin para la pluralidad en Hungría?
Estas reformas han sido criticadas dentro y fuera del país por su carácter excluyente y por contradecir principios democráticos fundamentales. Además, reabren el debate sobre hasta qué punto los gobiernos pueden intervenir en la identidad personal y limitar derechos en nombre de supuestos valores colectivos. ¿Es Hungría un caso aislado o estamos asistiendo a una tendencia más amplia de retroceso de derechos en Europa?
