Las asociaciones LGTBIQ+ exigen al Parlamento Vasco una atención sanitaria digna y respetuosa para las personas trans
En el Parlamento Vasco se ha vuelto a escuchar una demanda clara y urgente: el sistema público de salud debe garantizar una atención digna, accesible y no discriminatoria a las personas trans. Varias asociaciones del colectivo LGTBIQ+ —Anitzak, Loratuz Lotu, Lumagorri HAT y SuminTrans— han denunciado públicamente las barreras que enfrenta la comunidad trans en Euskadi, con especial atención a la situación en la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital de Cruces.
Lejos de buscar enfrentamiento, las entidades han subrayado que su objetivo no es destruir, sino construir un sistema sanitario más justo y humano. Han pedido colaborar activamente en la elaboración de la nueva guía sanitaria para la atención a personas trans, prevista por el Gobierno vasco, con la esperanza de que esa participación sirva para corregir los fallos del modelo actual.
Vaginoplastias, mastectomías y listas de espera eternas
Uno de los aspectos más alarmantes recogidos en el informe presentado es el tiempo que transcurre desde que una persona trans solicita una operación quirúrgica hasta que finalmente se le realiza. En el caso de las vaginoplastias, los datos apuntan a una espera media de hasta cinco años. Entre quienes iniciaron el proceso en 2019 y 2020, algunas siguen esperando sin siquiera una fecha estimada para su intervención.
De las 16 personas trans encuestadas que solicitaron esta operación, solo cuatro la han recibido. La situación con las mastectomías es apenas mejor: aunque 20 personas han pasado por esta cirugía, otras muchas permanecen en lista sin claridad sobre cuándo serán atendidas. En algunos casos, la espera ha llegado a durar hasta cuatro años. Y no hay explicación oficial sobre los criterios que determinan estos plazos, que varían incluso entre personas que entraron al sistema el mismo año.
Estos retrasos no son simples fallos logísticos: tienen un impacto real en la salud física y mental de quienes esperan. Muchas personas viven con ansiedad, frustración o dolor, mientras sienten que sus vidas quedan en pausa.
Psiquiatría obligatoria y patologización
Uno de los aspectos más controvertidos señalados por las asociaciones es el paso obligatorio por Psiquiatría. A pesar de los avances legales, en la práctica se sigue exigiendo a les pacientes trans un diagnóstico psiquiátrico para avanzar en su transición médica. Esto perpetúa una lógica patologizante que muchas voces consideran ya obsoleta.
Numerosos testimonios recogidos en el informe hablan de tratos humillantes, preguntas ofensivas y un enfoque que cuestiona sus identidades desde un prisma heteronormativo. ¿Cómo se puede hablar de inclusión cuando las decisiones médicas siguen basadas en una visión binaria y estigmatizante del género?
Gordofobia y exclusión de personas no binarias
El informe también pone sobre la mesa otras formas de discriminación que se ejercen dentro del sistema sanitario. Se han denunciado episodios de gordofobia, en los que pacientes con cuerpos no normativos han sido presionades para adelgazar, a menudo sin explicaciones médicas claras ni el acompañamiento adecuado. También se ha señalado la exclusión de personas no binarias, quienes, según los testimonios, ven obstaculizado su acceso a tratamientos si no se ajustan a expresiones de género tradicionales.
¿Debe el sistema sanitario dictar cómo debe lucir una persona para acceder a sus derechos? ¿O deberíamos replantear estos criterios para garantizar que nadie quede fuera por ser quien es?
¿Un sistema en transición?
Pese a todo, las asociaciones insisten en su voluntad de diálogo. Han ofrecido su mano a Osakidetza para participar en la construcción de una guía sanitaria que, tal y como establece la Ley 4/2024, refleje la diversidad del colectivo y respete su dignidad. Esta guía, anunciada por el lehendakari Imanol Pradales, busca articular una red de atención más cercana, con nuevos Servicios de Atención Primaria específicos para personas trans en cada provincia.
Desde el Parlamento Vasco, los principales grupos políticos han expresado su apoyo a estas demandas. El PSE-EE reafirmó su compromiso con los derechos trans, subrayando la necesidad de escuchar a quienes viven estas realidades en primera persona. EH Bildu fue más allá y denunció directamente una “violencia médica institucionalizada”. Por su parte, el PNV reconoció los avances legislativos logrados y aseguró que las propuestas de las asociaciones serán tenidas en cuenta en la elaboración final de la guía.
¿Un compromiso real o un gesto político?
Sin embargo, no todes confían del todo en estas promesas. ¿Basta con anunciar una nueva guía para resolver años de maltrato, negligencia y silencios? ¿Se puede reformar de verdad un sistema desde dentro, cuando las prácticas discriminatorias siguen normalizadas en muchas consultas?
Hay quien teme que este proceso quede en un gesto simbólico, útil para titulares pero insuficiente para cambiar la experiencia cotidiana de las personas trans dentro del sistema sanitario. Por eso, la vigilancia ciudadana y la participación activa de las asociaciones siguen siendo claves. Porque sin voces críticas, los cambios pueden quedarse a medio camino.