domingo, junio 15, 2025

¡Llega junio! El mes del Orgullo LGTBIQ+: visibilidad, historia y desafíos actuales

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¿Por qué junio es un mes clave para la comunidad LGTBIQ+?

Cada año, con la llegada del mes de junio, muchas ciudades del mundo se llenan de color, reivindicación y celebración. Es el Mes del Orgullo LGTBIQ+, una cita que, más allá de banderas arcoíris o desfiles festivos, tiene una raíz profundamente histórica y política.

Este periodo conmemora los disturbios de Stonewall en Nueva York en 1969, una respuesta espontánea de la comunidad queer frente a la violencia policial y la discriminación institucionalizada. Desde entonces, junio se ha convertido en un símbolo de lucha, visibilidad y afirmación de derechos.

Pero, ¿qué significa exactamente “celebrar el Orgullo” hoy? ¿Sigue siendo una herramienta útil o se ha convertido en un gesto superficial? Estas preguntas nos invitan a mirar más allá del festejo y reflexionar sobre lo que implica realmente vivir con Orgullo en 2025.

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Orgullo es memoria: la historia que no podemos olvidar

Hablar del Orgullo sin hablar de historia es caer en el olvido. El movimiento LGTBIQ+ nace de la resistencia. Personas trans, racializadas y migrantes —como Marsha P. Johnson o Sylvia Rivera— lideraron luchas que hoy permiten que muchxs podamos vivir con mayor libertad.

En el contexto español, figuras como Pedro Zerolo, Carla Antonelli o el activismo del colectivo Lambda han contribuido a que se reconozcan derechos fundamentales como el matrimonio igualitario (2005) o la reciente Ley Trans estatal (2023). Cada logro, sin embargo, ha llegado tras décadas de movilización.

Recordar esto es fundamental. Porque cuando miramos el presente sin entender el pasado, corremos el riesgo de pensar que todo está hecho. Y no, aún no lo está.

La lucha continúa: avances y retos en el panorama actual

En los últimos años, se han producido avances legales significativos en España y en muchos países del mundo. Sin embargo, el reconocimiento jurídico no siempre se traduce en una vida libre de violencia o discriminación.

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Según el último informe del Observatorio contra la LGTBIfobia, en 2024 se registraron más de 400 agresiones en España por motivos de orientación o identidad. Y esto sin contar los discursos de odio que circulan cada vez con más frecuencia en redes sociales o ciertos espacios políticos.

Las personas trans, no binaries y migrantes siguen siendo las más vulnerables. El acceso a la vivienda, al empleo o a una atención sanitaria respetuosa continúa siendo un reto. ¿Puede existir Orgullo mientras persiste esta desigualdad?

¿Orgullo o marketing?: la paradoja del arcoíris

Es imposible hablar del Mes del Orgullo sin mencionar la creciente presencia de empresas y marcas que se suman a esta celebración. Supermercados, bancos, aerolíneas… todas parecen adoptar los colores del arcoíris cada junio.

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¿Es esto un signo de inclusión real o una estrategia de marketing llamada “pinkwashing”? En algunos casos, estas acciones van acompañadas de políticas internas inclusivas o donaciones a organizaciones queer. Pero otras veces, la presencia se limita a lo estético, sin un compromiso auténtico.

Esto genera un conflicto en la comunidad: ¿se banaliza el mensaje del Orgullo? ¿Estamos ante una comercialización que desactiva la fuerza transformadora del movimiento?

El papel de los medios y el poder de contar(nos)

Los medios de comunicación juegan un rol fundamental durante este mes. La forma en que se representan las identidades LGTBIQ+ tiene un impacto directo en la percepción social y en la autoestima de las personas que forman parte del colectivo.

Afortunadamente, cada vez hay más voces diversas escribiendo, narrando y generando contenido desde dentro. Pero también sigue existiendo una brecha: aún es habitual que se hable “sobre” nosotres y no “con” nosotres.

El desafío está en construir narrativas donde la diversidad no sea solo tolerada, sino celebrada. Donde se muestre no solo el dolor, sino también la alegría, la cotidianidad, el deseo, la espiritualidad. Porque ser LGTBIQ+ no es solo sufrir o resistir, también es vivir plenamente.

El Orgullo como espacio de comunidad

Más allá de las pancartas o los discursos institucionales, el Orgullo es una oportunidad para encontrarnos. Para compartir historias, reconocernos en otres y construir redes de cuidado.

En un mundo donde la soledad y la exclusión afectan especialmente a personas queer —sobre todo en zonas rurales o contextos conservadores—, estos espacios tienen un valor incalculable. No se trata solo de celebrar, sino de existir juntes.

Y quizá ese sea uno de los mayores logros del Orgullo: recordarnos que no estamos soles.

Perspectiva crítica: ¿Qué pasa cuando el Orgullo no incluye a todes?

No podemos ignorar que, incluso dentro del movimiento, existen tensiones y jerarquías. Algunas voces denuncian que el Orgullo se ha vuelto demasiado blanco, cis y gay. Que deja fuera a personas racializadas, con discapacidad, a las disidencias sexuales que no encajan en la norma.

¿Tiene sentido hablar de inclusión si reproducimos dinámicas de exclusión dentro del propio colectivo? ¿Cómo podemos asegurarnos de que el Orgullo representa a todes?

Estas preguntas, aunque incómodas, son necesarias si queremos construir un movimiento verdaderamente interseccional y transformador.

¿Y ahora qué? De la celebración a la acción

Junio puede ser un punto de partida. Una excusa para visibilizar, para aprender, para amar más fuerte. Pero el compromiso real no termina el día del desfile. Requiere trabajo continuo: educarse, cuestionar privilegios, apoyar a quienes más lo necesitan.

Desde las aulas hasta los parlamentos, desde las redes sociales hasta los hogares, cada espacio puede ser un lugar de resistencia. Y también de ternura, de afecto, de cambio.

Quizá la pregunta más importante que podemos hacernos este junio es: ¿Qué puedo hacer yo para que el Orgullo dure todo el año?

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Sofía L.G.
Sofía L.G.
No pido permiso: ocupo espacios. Soy hija de migrantes, bisexual y agitadora de conciencias. Lucho para que ninguna voz quede atrás. Mi referente de vida es Sylvia Rivera, y cada 28 de junio le rindo homenaje con una performance callejera. Dato curioso: Tengo una camiseta de Marsha P. Johnson que ya forma parte de mi ADN

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