¿Cansade de los destinos de siempre? Hay un rincón del norte de Europa que sigue siendo un secreto a voces. Estonia, con sus más de 3.700 km de costa y más de 2.000 islas, ofrece una alternativa sorprendente al turismo masificado. Este pequeño país bañado por el Báltico es sinónimo de naturaleza intacta, tranquilidad y una oferta cultural que mezcla lo tradicional con lo moderno. Y lo mejor: sigue siendo poco explorado.
Playas tranquilas, historia viva
No necesitas viajar lejos para desconectar. En el noroeste del país, Haapsalu es una ciudad costera que enamora con su arquitectura de época, calles tranquilas y ambiente relajado. Este destino, que ya en el siglo XIX era famoso entre la aristocracia por sus baños de barro y spas, mantiene ese aire nostálgico que invita a bajar el ritmo.
¿Prefieres un plan más animado? Entonces Pärnu es para ti. Apodada la «capital del verano» en Estonia, combina una larga playa de arena blanca con una animada escena cultural: música en directo, bares con vistas al mar, festivales y una vida nocturna que sorprende. Es un lugar donde la tradición del balneario convive con la energía de quien busca algo más que sol y playa.
Islas estonias: belleza salvaje y calma absoluta
Frente a la costa, un universo de islas se abre a la aventura. Saaremaa, la más grande, es una joya natural. Imagínatelo: casitas de madera, spas que huelen a aceites esenciales, molinos antiguos, senderos entre bosques y playas como Tuhkana que parecen dibujadas con lápiz fino. Su capital, Kuressaare, merece una visita larga. Entre su castillo medieval y los restaurantes que fusionan mar y tierra, es difícil no dejarse llevar por su encanto discreto.
Hiiumaa, más pequeña y todavía más silenciosa, es Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Aquí manda el cielo: limpio, inmenso, ideal para ver estrellas. Y también el mar: en la playa de Ristna, el viento crea las olas más altas del Báltico. Kitesurf, windsurf, pesca o simplemente escuchar el agua: tú decides el ritmo. Antes de irte, acércate al faro de Kõpu, que lleva iluminando desde el siglo XVI. Una postal viva.
Playas en Tallín: lo urbano también se moja
La capital estonia no es solo un viaje al pasado medieval. Sus barrios creativos como Telliskivi o Rottermann demuestran que Tallín sabe reinventarse. Pero si lo tuyo es terminar el día con los pies en la arena, estás de suerte. La ciudad tiene varias playas urbanas que combinan relax con vistas únicas.
Pirita es la más popular. Grande, limpia, con Bandera Azul desde hace más de diez años y muy fácil de alcanzar en transporte público. Para une viajerx LGTBIQ+ que quiere pasar un rato sin preocuparse, es ideal. También están Kakumäe y Stroomi, más familiares, con zonas verdes perfectas para picnics o un atardecer compartido.
Y si tienes algo más de tiempo, no te pierdas Haabneeme. A tan solo unos kilómetros del centro, este arenal ofrece tranquilidad, agua cristalina y un rincón foodie inesperado: el restaurante OKO y su food truck, donde la vista al mar compite con el sabor.
¿Por qué no mirar hacia el norte?
Estonia no es el típico destino veraniego. Y eso es precisamente lo que lo hace especial. Es un lugar donde el tiempo se estira, donde puedes caminar sin prisa, respirar aire puro y, tal vez, encontrar algo de eso que llevas tiempo buscando.
¿Hace falta saber estonio? No. ¿Hace falta saber lo que estás buscando? Tampoco. A veces, solo hace falta llegar, mirar el mar y dejar que el silencio haga el resto.