domingo, julio 27, 2025

Mariliendres: aliadas, confidentes del colectivo LGTBIQ+

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¿Qué es una mariliendre y por qué seguimos hablando de ella?

La palabra suena a chiste, a nombre de vecina cotilla o a personaje de Almodóvar. Y, en cierto modo, lo es todo eso a la vez. Mariliendre es un término que lleva décadas circulando por los bares, las fiestas y las conversaciones del colectivo LGTBIQ+. Designa, en pocas palabras, a esa mujer heterosexual —casi siempre cisgénero— que se mueve como pez en el agua en ambientes queer, rodeada de amigos gais (y no solo), asumiendo un rol de aliada, cómplice y, a veces, hasta protagonista no oficial.

Pero ¿es esta figura tan positiva como parece? ¿O deberíamos repensarla a la luz de los debates actuales sobre género, privilegio y representación?

Un poco de historia: del bar de ambiente al TikTok

Aunque la figura de la mariliendre existe desde hace mucho, el término como tal empieza a popularizarse en España a finales del siglo XX. Se dice que viene de la mezcla entre María, nombre genérico para mujer, y liendre, ese parásito que se pega al pelo. ¿Cariñoso? No precisamente. Y sin embargo, muchas lo llevan con orgullo, como una medalla de amor incondicional hacia sus amigues del colectivo.

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Durante los años 80 y 90, en plena explosión de la cultura queer urbana, la mariliendre era casi un personaje necesario. Mientras el mundo aún rechazaba a les gais, ellas estaban ahí: escuchando, bailando, consolando y defendiendo a su manada. En tiempos más recientes, esa relación se ha visibilizado también en redes sociales, en series como Pose, Veneno o incluso RuPaul’s Drag Race, donde el concepto ha evolucionado, pero sigue generando debate.

¿Aliadas o protagonistas accidentales?

No hay duda de que muchas mariliendres han sido grandes aliadas. Algunas han estado en primera fila en manifestaciones, han dado apoyo emocional real en salidas del armario y han creado espacios seguros cuando no los había.

Sin embargo, también hay críticas: ¿hasta qué punto algunas mujeres hetero han usado su cercanía al colectivo LGTBIQ+ como una forma de validación personal? ¿Qué pasa cuando ocupan espacios que no les pertenecen? ¿Y qué sucede si en esa “amistad” hay dinámicas de poder desiguales, paternalismo o incluso fetichización?

Aquí es donde el asunto se complica. Porque lo cierto es que no hay una sola forma de ser mariliendre. Hay quienes viven esa cercanía desde el afecto y el compromiso, y otras que simplemente buscan el brillo de lo queer sin asumir las luchas que conlleva.

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Mariliendres hoy: ¿inclusión o apropiación?

Con el auge del feminismo interseccional, los discursos sobre identidad y los debates sobre los espacios seguros, la figura de la mariliendre se ha revalorizado, pero también se ha puesto bajo la lupa.

Hoy en día, ya no basta con “tener amigos gais” para autodenominarse aliada. El compromiso se mide de otra forma: ¿te informas sobre realidades trans? ¿Apoyas causas más allá del Orgullo? ¿Intervienes cuando ves actitudes LGTBIfóbicas o machistas, incluso en tu círculo?

Muchas personas del colectivo ya no ven con buenos ojos a esa amiga que se autoproclama mariliendre pero que, en realidad, solo aparece para la foto o para la fiesta. O aquella que convierte a su mejor amigo gay en accesorio emocional o “mascota”.

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Porque sí: lo queer no es un disfraz de sábado por la noche. Y ser aliade tampoco es una etiqueta para el perfil de Instagram.

Cuando la etiqueta incomoda: ¿hay que jubilar la palabra?

Como cualquier término popular, mariliendre genera división. Para algunes, es un homenaje cariñoso a una amistad real que ha sobrevivido al rechazo, a los secretos y a muchas noches de risas y lágrimas. Para otres, es una palabra anacrónica, cargada de condescendencia, que no encaja con los valores actuales de inclusión, horizontalidad y cuidado mutuo.

Además, plantea un dilema interesante: ¿por qué una relación de amistad necesita una etiqueta específica cuando implica a una mujer cis hetero y a una persona LGTBIQ+? ¿No es, de alguna manera, una forma de marcar diferencias y no de igualarlas?

Perspectiva crítica: ¿la mariliendre perpetúa estereotipos?

Y ahora llega el momento incómodo. Porque también hay que decirlo: algunas mariliendres, incluso sin quererlo, pueden reforzar estereotipos dañinos. La imagen del amigo gay como el “confesor de moda”, el “compañero de compras” o el “chico sensible y sin peligro” ha sido explotada hasta el cansancio en películas, series y redes. ¿Y quién suele acompañar esa narrativa? Pues sí, la mariliendre.

Desde esta mirada crítica, el riesgo está en reducir a las personas LGTBIQ+ a personajes secundarios dentro de una historia que, curiosamente, sigue centrándose en una mujer hetero. Por eso, muchas voces dentro del activismo LGTBIQ+ invitan a cuestionar, reformular o incluso dejar atrás este concepto.

¿Entonces… es hora de despedirse del término?

No necesariamente. Quizás, más que borrar la palabra, lo que toca es resignificarla. Hacer que “mariliendre” deje de ser una figura folclórica o de comedia, para convertirse en un símbolo real de alianza crítica, empática y consciente. Una aliade que no roba protagonismo, que no necesita etiqueta, pero que está, escucha, aprende y defiende.

Porque la amistad entre mujeres hetero y personas del colectivo puede ser un espacio de afecto transformador. Pero solo si hay escucha mutua, cuidado y un compromiso que va más allá de la estética o la complicidad superficial.

Ideas clave para pensar el rol de la mariliendre hoy

  • Cuestiona la etiqueta: ¿es necesaria o limita?
  • Escucha antes de hablar: no todo se trata de una.
  • Participa desde el apoyo, no desde el centro.
  • Conoce las luchas reales del colectivo, más allá de la fiesta.
  • Haz espacio, no ocupes espacio.

En resumen…

El concepto mariliendre puede hacernos reír, enternecernos o incomodarnos, y eso ya es un buen punto de partida. Porque si nos hace pensar, cuestionar y conversar, entonces sigue siendo relevante. La clave está en cómo lo usamos, desde dónde lo vivimos, y si realmente está sirviendo para sumar o simplemente para romantizar una dinámica que merece ser repensada.

Quizás no tengamos una respuesta definitiva. Pero la próxima vez que alguien se autodefina como mariliendre… quizá sea buen momento para preguntarle: ¿y tú, cómo acompañas realmente?

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Julian L.
Julian L.https://revistarainbow.com
Soy periodista porque creo que las noticias deben abrazar a quien nunca tuvo voz. Vivo entre titulares, manifestaciones y cafés compartidos. Me inspiro en Pedro Lemebel, y sueño con haberle entrevistado en otra vida. Mi pluma intenta contar el mundo como podría ser, no solo como es. Dato curioso: Mi récord personal son 12 cafés en un solo día cubriendo el Orgullo… y aquí sigo, vivito y coleando.

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