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jueves, noviembre 20, 2025

20 de noviembre: Día de la Memoria Trans

📝 Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de quien lo firma y no reflejan necesariamente la postura de Revista Rainbow. Asimismo, Revista Rainbow no se hace responsable del contenido de las imágenes o materiales gráficos aportados por les autores, colaboradores o colaboradoras.

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Porque honrar a les que ya no están también es una forma de resistencia

Cada 20 de noviembre se conmemora el Día de la Memoria Trans. Una fecha dura, pero necesaria. Una jornada que no nace desde la celebración, sino desde el dolor. Desde la necesidad urgente de recordar a todas las personas trans asesinadas por el simple hecho de serlo. Porque ser visible, ser libre, ser auténtique, todavía cuesta vidas.

Este día es, ante todo, un acto de duelo colectivo. Pero también es un grito político. Una forma de decir: “No os olvidamos. Vuestra lucha continúa en nosotres”.

¿De dónde viene esta fecha?

El Día de la Memoria Trans nació en 1999 en Estados Unidos, cuando Gwendolyn Ann Smith, una activista y escritora, quiso rendir homenaje a Rita Hester, una mujer trans afroamericana asesinada en 1998. Su muerte, brutal y sin justicia, no fue cubierta por los medios ni reconocida por las autoridades. Lamentablemente, no era un caso aislado.

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Desde entonces, cada 20 de noviembre se rinde homenaje a todas las personas trans y de género diverso asesinadas en todo el mundo. Se lee sus nombres. Se encienden velas. Se guardan minutos de silencio. Y, al mismo tiempo, se exige justicia, derechos y visibilidad.

¿Por qué sigue siendo tan necesario?

Los datos son escalofriantes. Según informes recientes de Transgender Europe, cada año se documentan cientos de asesinatos de personas trans, especialmente mujeres trans racializadas, trabajadoras sexuales y migrantes. Y eso solo con los casos que se llegan a registrar, porque la mayoría de los crímenes trans siguen invisibilizados.

Además, más allá de las muertes físicas, hay otras formas de violencia:

  • Violencia institucional, al negar el acceso a derechos básicos como la salud, la educación o el empleo.

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  • Violencia simbólica, cuando los medios insisten en usar nombres y pronombres incorrectos.

  • Violencia social, en forma de rechazo familiar, acoso escolar o expulsión del hogar.

En muchos países, ser trans no es solo difícil: es peligroso. Y sí, incluso en contextos supuestamente avanzados.

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Recordar es también una forma de cuidar

Este día nos obliga a parar. A mirar de frente una realidad que a veces duele. Pero también nos invita a cuidarnos, a hacer comunidad, a acompañarnos. Porque la memoria no solo es mirar al pasado, sino sembrar futuro. Crear redes de apoyo reales. Escuchar, sin juzgar. Ser refugio.

Y sobre todo, dejar de pensar que la transfobia es “un problema lejano”. Está en los discursos políticos, en los pasillos del instituto, en los chistes de WhatsApp, en las leyes que niegan derechos. Está en cada momento donde se niega la existencia o la dignidad de una persona por no ajustarse a la norma.

¿Qué podemos hacer desde nuestro lugar?

Aunque parezca poco, hay muchas cosas que podemos hacer en nuestro día a día para construir un entorno más seguro y justo para las personas trans. Algunas ideas:

  • Informarnos y cuestionarnos. Romper con prejuicios heredados y estar dispuestes a aprender.

  • Usar el nombre y los pronombres correctos. Parece simple, pero es un acto inmenso de respeto.

  • Apoyar económicamente o visibilizar proyectos liderados por personas trans.

  • Denunciar los discursos de odio, incluso cuando se disfrazan de “opiniones”.

  • Dar voz a las personas trans en medios, redes, espacios educativos o culturales.

Y si no sabes cómo apoyar… pregunta. Escucha. Estar dispueste a acompañar ya es mucho.

¿Memoria o victimismo?

También hay quienes, de forma crítica o incluso malintencionada, señalan que dedicar un día a la memoria de las personas trans asesinadas refuerza una imagen de victimismo. Que solo se habla de sufrimiento, de muerte, de dolor. Que eso puede resultar desmovilizador o contraproducente.

¿Es una crítica válida? Tal vez sí. Tal vez haya que encontrar el equilibrio entre el recuerdo y la esperanza. Entre el duelo y la vida. Pero invisibilizar la violencia por miedo a incomodar no es la solución. Hablar de las muertes trans no es recrearse en la tragedia: es visibilizar una realidad que sigue siendo ignorada.

Lo que está claro es que el Día de la Memoria Trans no busca lástima, sino justicia. No busca hacer de la identidad trans una historia de sufrimiento, sino una historia de resistencia.

Ser trans es también alegría, creación y poder

Aunque este día esté marcado por la memoria y la tristeza, es importante recordar que las personas trans no son solo víctimas. Son artistas, activistas, científiques, educadores, líderes, soñadores. La identidad trans también es fuente de alegría, de creatividad, de fuerza. De nuevas formas de amar, de cuidar, de vivir.

Y esa es una parte fundamental del mensaje: la lucha por la vida trans no es solo contra la muerte, sino a favor de la plenitud. De poder existir sin miedo, sin disimulo, sin tener que pedir permiso.

¿Y después del 20 de noviembre?

El problema de los “días internacionales” es que, a veces, se quedan en eso: un día. Una efeméride. Un post en redes. Pero la realidad sigue ahí, el 21, el 22, el resto del año.

Por eso, este 20N debe ser una llamada a la acción sostenida. A no mirar hacia otro lado. A seguir exigiendo leyes que protejan de verdad. A pedir representaciones dignas. A no dar ni un paso atrás ante los discursos de odio.

Porque la memoria no es solo una mirada al pasado, es un compromiso con el presente y con el futuro.

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Javier Kiniro
Javier Kiniro
Desde pequeño supe que las palabras podían construir refugios. Soy escritor, asesor de imagen, creador de mundos y soñador profesional. En Rainbow, convierto cada proyecto en una declaración de amor a la diversidad, la interseccionalidad y la belleza real. Mi gran referente es Pedro Lemebel, porque aprendí que la ternura también puede ser una forma de revolución. Dato curioso: Soy capaz de detectar un error de maquetación a diez metros… pero no sé hacer un café decente.

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