Durante una reciente reunión en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, compartieron opiniones que han encendido nuevamente el debate internacional sobre la inclusión de personas trans en categorías deportivas femeninas.
El intercambio, captado en video y viralizado rápidamente, comenzó cuando Trump preguntó a Bukele si en El Salvador se permite que «hombres compitan en deportes femeninos» o que «boxeen contra mujeres». La respuesta del presidente salvadoreño fue contundente: “Eso es violencia”. A partir de ahí, ambos líderes coincidieron en su crítica a las políticas de inclusión trans en el deporte, describiéndolas como «abusivas» y como una supuesta amenaza a los derechos de las mujeres.
Trump: “¿Permiten que los hombres participen en deportes femeninos? ¿Permiten que los hombres boxeen a sus mujeres?”
Bukele: “Eso es violencia”.
Trump: “Eso es abuso de mujer… pero tenemos gente que lucha hasta la muerte porque creen que los hombres deberían poder jugar en… pic.twitter.com/j4occmsKcj
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) April 14, 2025
¿Retroceso o avance?
Bukele argumentó que permitir la participación de personas trans en espacios tradicionalmente reservados para mujeres podría “dar marcha atrás” a los logros históricos en la lucha contra la violencia de género. Según el mandatario, leyes que habiliten este tipo de inclusión no solo serían incoherentes, sino que podrían facilitar formas de abuso que ya se habían intentado erradicar.
Trump reforzó esta postura, sugiriendo que existen movimientos que “luchan a muerte” por defender que personas transmasculinas o transfemeninas participen en deportes que, en su visión, no les corresponden.
Lo que no dijeron: la complejidad detrás del debate
Lo que ambos líderes omiten en su declaración es que el debate sobre la participación de personas trans en el deporte es mucho más amplio y complejo. Hay organismos deportivos internacionales que han elaborado regulaciones específicas para abordar este tema, basadas en criterios como los niveles hormonales o el tiempo de transición. También hay voces dentro del feminismo y del activismo LGTBIQ+ que señalan que excluir sistemáticamente a las personas trans vulnera derechos humanos fundamentales.
¿Dónde queda entonces el equilibrio entre proteger la equidad en la competencia y garantizar el derecho de todes a participar plenamente en la sociedad?
Críticas, conflictos y reflexiones necesarias
La postura de Bukele y Trump ha sido celebrada por sectores conservadores, pero también ha recibido críticas por parte de activistas y organizaciones de derechos humanos que denuncian un uso politizado y simplista del tema.
¿Puede un discurso que niega la identidad de las personas trans proteger realmente a las mujeres? ¿O está, en el fondo, reforzando estereotipos que han sido justamente el motor de muchas violencias?
Reducir el debate a una dicotomía de “hombres contra mujeres” invisibiliza la experiencia de quienes no encajan en ese binarismo, y puede perpetuar exclusiones injustas. ¿No sería más justo diseñar soluciones caso por caso, con base en la evidencia y en diálogo con las comunidades implicadas?