El VII Convenio General del Sector de la Construcción incluye, por primera vez, medidas específicas para proteger al colectivo LGTBIQ+ en el entorno laboral.
La industria de la construcción, tradicionalmente percibida como uno de los sectores más conservadores, ha hecho historia. La Confederación Nacional de la Construcción (CNC), junto a los sindicatos CCOO del Hábitat y UGT FICA, ha acordado incorporar al VII Convenio General del sector un paquete de medidas dirigidas a garantizar la igualdad real y frenar la discriminación hacia las personas LGTBIQ+.
Este acuerdo, ya publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), no se limita a buenas intenciones. Se trata de un avance concreto y vinculante que obliga a las empresas con más de 50 personas trabajadoras a aplicar un nuevo protocolo contra el acoso y la violencia por orientación sexual o identidad de género. Las empresas más pequeñas también pueden sumarse voluntariamente, enviando un mensaje claro de inclusión.
¿Qué implica este nuevo protocolo?
El convenio contempla dos anexos que suponen un cambio profundo en la cultura laboral del sector:
-
Un protocolo específico de actuación frente a situaciones de acoso o violencia hacia personas LGTBIQ+.
-
Una batería de medidas para fomentar la igualdad efectiva en el empleo, la promoción, la formación y la comunicación interna.
Además, se refuerza el régimen disciplinario con la inclusión de nuevas infracciones relacionadas con actos discriminatorios. Esto permitirá sancionar comportamientos intolerantes que antes quedaban impunes o sin regulación clara.
Más allá de las plantillas
Uno de los aspectos más innovadores del acuerdo es su alcance. Las medidas no solo protegen a quienes ya forman parte de la empresa. También se aplican a personas candidatas, personal de ETT, proveedores, clientes y visitas. Una apuesta por entornos laborales seguros, donde toda interacción se base en el respeto.
El uso del lenguaje inclusivo, la sensibilización y la formación obligatoria en diversidad son algunas de las claves de este cambio. No se trata solo de prevenir el acoso, sino de construir una cultura laboral donde cada persona pueda mostrarse tal como es, sin miedo.
¿Un cambio real o un gesto simbólico?
Aunque el acuerdo es sin duda un avance, no podemos ignorar ciertas cuestiones. ¿Cómo se garantizará su cumplimiento real en obras dispersas o subcontratas? ¿Habrá recursos suficientes para formar a mandos intermedios y personal técnico? Además, el hecho de que las empresas con menos de 50 personas trabajadoras queden fuera del marco obligatorio podría dejar desprotegidas a muchas personas en entornos laborales más informales. También queda por ver si la implementación del protocolo será homogénea en todo el territorio o dependerá del compromiso individual de cada empresa.
Una oportunidad para liderar con el ejemplo
El convenio coloca al sector en una posición pionera en términos de igualdad. Puede parecer sorprendente, pero esta industria —que representa casi el 10% del PIB español y emplea a más de 1,3 millones de personas— está ahora en condiciones de liderar con el ejemplo.
Es cierto que aún queda camino por recorrer. Pero también es cierto que este tipo de acuerdos, cuando se aplican con voluntad política y compromiso empresarial, pueden transformar no solo los espacios de trabajo, sino la sociedad en su conjunto.
