El pontífice será despedido por colectivos tradicionalmente excluidos de la Iglesia, como personas trans, migrantes, pobres y presos.
El papa Francisco, conocido como el “papa de los pobres”, será enterrado este sábado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, cumpliendo su deseo de no descansar en el Vaticano. Antes de que su féretro cruce las puertas del templo, será recibido en la escalinata por un grupo de personas formado por pobres, presos, migrantes y, especialmente, miembros del colectivo trans.
Este gesto, confirmado por la oficina de prensa del Vaticano, resume a la perfección el espíritu de su pontificado: acercar la Iglesia Católica a quienes históricamente han sido marginados, no solo por la sociedad, sino también por la propia institución religiosa.
Un homenaje lleno de dignidad: las personas trans en el centro
Unas cuarenta personas vulnerables —entre ellas, un número significativo de personas trans— sostendrán una rosa blanca en la mano para despedir al pontífice. No será solo un acto simbólico. Será una reivindicación de dignidad, de visibilidad y de reconocimiento.
La decisión de incluir explícitamente a personas trans en este momento tan solemne marca un hito que, para muches, parecía impensable hace apenas unos años. También estarán presentes beneficiarios de proyectos como Hogares Lázaro, que trabaja en España por la integración de jóvenes y personas en situación de exclusión social.
Una elección que habla de amor y de cambio
El Vaticano ha recordado que «los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios», al igual que en el corazón del Papa, quien eligió su nombre en honor a San Francisco de Asís para nunca olvidar a les más vulnerables.
Francisco pidió ser enterrado de manera sencilla: en tierra, bajo una losa austera que llevará solo su nombre, Franciscus. También pidió ser recibido, en su último trayecto, por quienes simbolizan su compromiso con un mundo más inclusivo.
Para Benoni Ambarus, secretario de la Comisión de Migraciones de la CEI, este gesto es profundamente emotivo: “Será recibido por su Madre amada (Salus Populi Romani) y por sus amados hijos, quienes caminaron a su lado en los márgenes”.
¿Inclusión real o un gesto aislado?
Aunque el último adiós de Francisco representa un potente símbolo de apertura, no se puede ignorar que dentro de la Iglesia persisten resistencias al reconocimiento de derechos plenos para las personas trans y la comunidad LGTBIQ+. ¿Será esta despedida un verdadero punto de inflexión? ¿O quedará como una imagen conmovedora pero aislada en la historia de la institución? La respuesta, quizá, aún esté por escribirse.
