sábado, junio 14, 2025

No es un desfile: por qué el Orgullo es una manifestación (y no una fiesta cualquiera)

📝 Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de quien lo firma y no reflejan necesariamente la postura de Revista Rainbow. Asimismo, Revista Rainbow no se hace responsable del contenido de las imágenes o materiales gráficos aportados por les autores, colaboradores o colaboradoras.

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Cada año, cuando se acerca julio, vuelven las imágenes de carrozas brillantes, cuerpos bailando, banderas al viento y música atronadora en el centro de la ciudad.

Y cada año, alguien vuelve a decir: “qué bien lo pasáis en ese desfile”.

Pero no.

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No es un desfile. Es una manifestación. Una marcha. Un acto político.

Y aunque haya lentejuelas, lo que hay detrás es historia, dolor, resistencia y orgullo.

🎉 ¿Por qué tanto lío con una palabra?

Porque las palabras importan.

Decir “desfile” convierte el Orgullo en espectáculo. En algo para mirar, para aplaudir, para consumir desde la barrera.

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Decir “manifestación” lo devuelve a su raíz: una lucha por derechos, por memoria, por justicia social.

Una manifestación es una declaración colectiva que ocupa el espacio público con una exigencia política.

Un desfile es otra cosa.

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Y si la lucha LGTBIQ+ sigue siendo necesaria —porque lo es—, necesitamos seguir manifestándonos.

📜 Un poco de contexto histórico

La primera marcha del Orgullo no fue una fiesta. Fue una respuesta a la violencia policial.

Ocurrió en Nueva York, en 1969, tras los disturbios de Stonewall. Una redada más, pero con final distinto.

Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera y otres activistas trans, racializades y sin techo dijeron basta.

Y así, nació el Orgullo. No desde la comodidad, sino desde la rabia organizada.

En España, la primera manifestación del Orgullo fue en 1977, en Barcelona. Y acabó con cargas policiales.

No fue legal hasta años después.

Desde entonces, cada 28 de junio (o el sábado más cercano), salimos a las calles para recordarlo y reclamar.

🧠 Por qué sigue siendo una manifestación (en pleno 2025)

Puede que se hayan logrado avances legales.

Puede que algunas calles se tiñan de arcoíris.

Puede que se venda mucho marketing inclusivo en junio.

Pero la realidad sigue doliendo:

  • Siguen matando a personas trans en muchos países.
  • Sigue habiendo terapias de conversión (sí, también en España).
  • Siguen acosando a adolescentes queer en las aulas.
  • Siguen echando a gente de casa por ser LGTBIQ+.
  • Siguen invisibilizándonos en centros de salud, instituciones y medios.

¿De verdad creemos que ya no hay motivos para salir a la calle?

🌈 ¿Y la música, los colores, la celebración…?

Claro que están. Porque celebrar también es político.

Bailar en la calle sin miedo es una forma de reivindicación.

Mostrarnos, sin censura ni disculpas, es una victoria frente al armario.

No se trata de “fiesta o lucha”. Se trata de ambas a la vez.

La alegría también es protesta cuando te han querido ver triste toda la vida.

📌 Diferencias clave: desfile vs manifestación

Desfile

Manifestación

Espectáculo visual

Acción política

Público como espectador

Público como agente activo

Organizado por instituciones, marcas o gobiernos

Organizado por colectivos sociales

No siempre con una causa detrás

Tiene demandas concretas

Se puede ver desde la barrera

Se vive desde dentro

 

👀 ¿Y si hay marcas? ¿No es todo marketing?

Aquí es donde el debate se complica.

Muchas marcas se suman al Orgullo para mejorar su imagen. A veces sin coherencia, sin compromiso y sin contratar personas del colectivo.

Esto se llama pinkwashing.

Pero también hay empresas que apoyan de verdad, que dan espacio, que tienen políticas internas inclusivas, que contratan personas LGTBIQ+ y que están presentes todo el año, no solo en junio.

¿La clave? Distinguir entre apoyar y apropiarse. Entre sumar y brillar sin haber luchado.

💬 ¿y si el Orgullo se está diluyendo?

Hay personas del propio colectivo que empiezan a preguntarse si el Orgullo está perdiendo fuerza política.

Si hemos bajado la guardia.

Si hemos permitido que la fiesta tape la rabia.

Y es válido cuestionarlo. Porque es cierto que muchas manifestaciones ya no tienen pancartas, sino patrocinadores.

Y que hay quien va “a ver el show”, pero no sabe ni por qué se hace.

¿La solución? Repolitizar el Orgullo.

Sin perder la alegría. Sin renunciar a la visibilidad. Pero sin olvidar por qué empezamos.

🧭 Qué puedes hacer tú (sí, tú)

  • No lo llames desfile. Llámalo manifestación del Orgullo.
  • Participa: ve más allá del selfie. Camina. Escucha. Apoya.
  • Lleva pancarta: exprésate. Cuéntales al mundo por qué estás ahí.
  • Infórmate: conoce la historia. Conoce las demandas.
  • Cuida a otres: no todas las personas LGTBIQ+ se sienten seguras en espacios públicos. Sé red de apoyo.

📣 Cuando marchamos, avanzamos

El Orgullo no es solo una fecha. Es una memoria colectiva.

Es el eco de quienes lucharon antes y el grito de quienes aún no pueden hacerlo.

No es un desfile porque no venimos a entretener.

Venimos a decir: aquí estamos, seguimos, resistimos, y no vamos a escondernos nunca más.

Así que, este año (y todos los que vengan), cuando te pregunten si vas “al desfile”, sonríe y contesta con firmeza:

“No. Voy a la manifestación del Orgullo. ¿Vienes?”

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Javier Kiniro
Javier Kiniro
Desde pequeño supe que las palabras podían construir refugios. Soy escritor, asesor de imagen, creador de mundos y soñador profesional. En Rainbow, convierto cada proyecto en una declaración de amor a la diversidad, la interseccionalidad y la belleza real. Mi gran referente es Pedro Lemebel, porque aprendí que la ternura también puede ser una forma de revolución. Dato curioso: Soy capaz de detectar un error de maquetación a diez metros… pero no sé hacer un café decente.

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