El mundo de la moda no se detiene. Y en España, la nueva generación de diseñadores está dejando claro que viene con ganas de sacudirlo todo. ¿Tienen algo en común? La mayoría no espera a que las grandes casas les abran la puerta: se la construyen elles mismes con materiales nuevos, discursos valientes y una identidad sin complejos.
Este 2025 se perfila como el año en el que muches de estxs creadores van a despegar definitivamente. Algunos ya suenan en pasarelas, redes o editoriales especializadas, pero todavía están en ese punto mágico en el que todo puede pasar. ¿Será alguno de estos nombres el próximo gran referente de la moda española? No lo sabemos con certeza, pero todo apunta a que sí.
Aquí van cinco propuestas que merecen tu atención. No es un ranking, ni una lista cerrada. Es solo un punto de partida para descubrir un universo más grande.
1. Inés Domecq Studio: la tradición con nuevos ojos
Aunque el nombre de Inés Domecq no es totalmente desconocido en el panorama de la moda (sobre todo en el circuito andaluz), su línea más reciente como diseñadora ha dado un giro sorprendente. Fusiona siluetas clásicas —esas que podrían haber vestido a nuestras abuelas en bodas o ferias— con cortes arriesgados y tejidos inesperados. El resultado: una mezcla de sofisticación, poderío y rebeldía que conecta tanto con el público más tradicional como con quienes buscan piezas únicas con alma.
¿Lo mejor? Su forma de reivindicar la artesanía española sin caer en la nostalgia ni en el folclore vacío. Cada colección parece una conversación entre generaciones.
2. Jorge Sánchez: género, tecnología y mucha actitud
Graduade en diseño de moda en el IED de Madrid, Jorge lleva tiempo jugando con la idea de la “identidad líquida”. Sus propuestas no tienen género, ni lo buscan. Lo que sí tienen es mucho carácter: volúmenes extremos, materiales inteligentes, impresión 3D y hasta realidad aumentada en prendas interactivas.
Su última colección, “Cuerpx sin título”, presentó modelos no normatives en una pasarela totalmente digitalizada, y dejó a más de une con la boca abierta. Además, Jorge colabora con artistas visuales y performers de la escena LGTBIQ+, construyendo un universo donde la ropa es casi una excusa para hablar de otras cosas.
3. Marina Cobo: slow fashion, de verdad
En un mundo obsesionado con lo viral y lo inmediato, Marina apuesta por todo lo contrario. Cada prenda está hecha a mano en su pequeño taller de Girona, usando únicamente materiales reciclados o de origen orgánico. Nada de colecciones estacionales ni de tendencias. Su filosofía es clara: menos, pero mejor.
Aunque su estética podría parecer sencilla, es justo ahí donde radica su fuerza. Líneas limpias, colores neutros, cortes que favorecen cualquier tipo de cuerpo. El resultado son prendas que no gritan, pero que no necesitan hacerlo para quedarse contigo.
Marina también promueve talleres gratuitos para jóvenes interesades en la moda sostenible. Y eso, sinceramente, suma puntos.
4. Elías Soria: el punk de la sastrería
Si pensabas que el traje de chaqueta había muerto, espera a ver lo que hace Elías. Este diseñador sevillano (aunque con medio pie en Berlín) ha reinventado la sastrería para convertirla en algo radical. Crea piezas a medida con cortes imposibles, tejidos reciclados y un claro mensaje político: «la elegancia también puede ser contestataria».
No es raro que entre sus clientxs estén músiques, activistas o artistas visuales. Y aunque sus colecciones no son para todos los gustos, hay algo innegable: cada prenda suya tiene algo que te hace mirar dos veces.
¿Moda o declaración? En el caso de Elías, probablemente ambas.
5. Aina Marín: poesía textil desde el Mediterráneo
Desde Palma de Mallorca, Aina Marín diseña como quien escribe un poema. Sus colecciones son delicadas, llenas de capas, transparencias y una paleta de colores que parece sacada de una pintura de Sorolla. Pero no te equivoques: bajo esa estética etérea hay un discurso muy sólido sobre ecología, feminismo y cuerpos diversos.
Lo interesante es que no busca impactar con grandes desfiles ni campañas publicitarias. Su estrategia es más íntima, casi artesanal. Pero funciona. Cada vez más revistes independientes la incluyen en sus editoriales, y su comunidad online no para de crecer.
¿Moda emergente o moda efímera?
Ahora bien, también es importante hacerse algunas preguntas: ¿qué significa realmente ser “emergente” hoy en día? ¿Hasta qué punto estas propuestas tienen un espacio real en un mercado dominado por las grandes marcas? ¿Existe riesgo de que estas nuevas voces sean absorbidas por la lógica comercial que precisamente buscan cuestionar?
Algunxs expertos advierten que el boom de lo emergente también puede convertirse en una trampa: una etiqueta que parece revolucionaria, pero que en el fondo sigue alimentando la misma rueda de consumo rápido. Y que, si no hay una estructura que apoye el crecimiento real de estxs diseñadores, su impacto podría quedarse en una moda pasajera.
En resumen…
La moda española está viviendo un momento de ebullición creativa. No hace falta irse a París o Nueva York para encontrar innovación, diversidad y riesgo. Basta con prestar atención a lo que está pasando en los talleres, escuelas y redes sociales de aquí.
Inés, Jorge, Marina, Elías y Aina son solo una pequeña muestra de un movimiento más amplio que está cambiando las reglas del juego. ¿Qué pasará con elles en los próximos años? Eso está por verse. Pero una cosa es segura: merece la pena seguirles la pista.
Quizá el verdadero lujo en 2025 no esté en los logos, sino en las historias que hay detrás de cada prenda. Y en quién decide contarlas.