Una carta pro-trans desata la reacción de la autora de Harry Potter
En el centro de una nueva tormenta mediática, J.K. Rowling vuelve a ser protagonista por sus declaraciones sobre identidad de género. Esta vez, la controversia surge tras la publicación de una carta abierta firmada por más de 400 profesionales del cine y la televisión, quienes solicitaron a las principales instituciones del sector un apoyo explícito a la comunidad trans. En respuesta, la autora compartió un extenso ensayo en su cuenta de X (antes Twitter), reafirmando sus posturas críticas hacia lo que denomina “ideología de género”.
In light of recent open letters from academia and the arts criticising the UK’s Supreme Court ruling on sex-based rights, it’s possibly worth remembering that nobody sane believes, or has ever believed, that humans can change sex, or that binary sex isn’t a material fact. These…
— J.K. Rowling (@jk_rowling) May 3, 2025
No es la primera vez que Rowling se expresa con firmeza sobre estas cuestiones. De hecho, sus opiniones ya han provocado un distanciamiento notorio entre ella y varias figuras de la franquicia Harry Potter. Pero este nuevo episodio evidencia que el debate está lejos de cerrarse.
Las voces que alzaron la pluma: una industria que toma postura
La carta pro-trans fue respaldada por intérpretes y creativos de diferentes generaciones, incluyendo nombres ligados directamente al universo mágico creado por Rowling. Entre elles destacan Katie Leung (Cho Chang), Sean Biggerstaff (Oliver Wood), Paapa Essiedu (futuro Severus Snape en la nueva adaptación), Charlotte Ritchie y Bessie Carter. Su mensaje fue claro: es urgente visibilizar y proteger a las personas trans frente al creciente discurso de odio.
Emma Watson, quien interpretó a Hermione Granger, también expresó su apoyo de forma indirecta. Citando una frase del escritor Matt Haig, dejó entrever su rechazo a actitudes que considera cercanas al fascismo, aunque sin nombrar directamente a la autora. Su gesto fue interpretado como un posicionamiento claro, marcando una línea divisoria entre la saga y su creadora.
El ensayo de Rowling: crítica, escepticismo y provocación
Lejos de suavizar el tono, J.K. Rowling respondió con un largo texto donde acusó a les firmantes de actuar por miedo y buscar aprobación social. Según ella, estas acciones públicas son un síntoma de “virtud elitista”, una manera de acumular capital simbólico en entornos donde disentir puede resultar costoso.
En su ensayo, Rowling niega la validez de las identidades transgénero como categoría social o política, y considera que el movimiento trans pone en riesgo los derechos de mujeres y niñas cisgénero. Además, expresó su incomodidad con la idea de que el reconocimiento de las personas trans sea una “nueva religión” basada en dogmas que, según su visión, contradicen la realidad biológica.
También afirmó que el movimiento trans está perdiendo apoyo, tanto en los tribunales como en la opinión pública, y comparó su evolución con otros sistemas de creencias que, en su momento, parecían invulnerables y terminaron cayendo.
¿Debate legítimo o discurso dañino?
Más allá de la popularidad o el talento literario de Rowling, el impacto de sus palabras es real y profundo. Para muches, sus declaraciones suponen una validación de narrativas transfóbicas que ya encuentran eco en sectores conservadores. Para otres, representan simplemente el ejercicio de una libertad de expresión incómoda, pero necesaria para el debate democrático.
¿Dónde trazamos la línea entre disentir y discriminar? ¿Qué responsabilidad tienen les creadorxs cuando su voz se convierte en altavoz global?
Una grieta en el corazón de la cultura pop
No deja de ser paradójico que el mundo de Harry Potter, tan apreciado por su mensaje de inclusión, magia y resistencia contra el odio, se vea ensombrecido por conflictos sobre quién merece reconocimiento y respeto. La separación entre obra y autorx se vuelve cada vez más difícil cuando quienes crecieron con esos libros sienten que el universo que amaban ya no les abraza.
Un debate abierto, pero no inocente
Es importante reconocer que el debate sobre la identidad de género no es una discusión teórica sin consecuencias. Las declaraciones de figuras públicas influyen en políticas, actitudes sociales y, sobre todo, en la vida cotidiana de personas trans que ya enfrentan discriminación, violencia y exclusión. Aunque se alegue un interés legítimo en proteger derechos de mujeres cis, el tono y el contenido del discurso pueden reforzar prejuicios y marginaciones que no deberían tener cabida en una sociedad democrática.
¿Estamos escuchando todas las voces?
Si bien es cierto que la libertad de expresión debe protegerse incluso cuando incomoda, también cabe preguntarse: ¿de quién se protege esa libertad y a costa de quién? ¿Están realmente en igualdad de condiciones una autora multimillonaria con millones de seguidores y una persona trans que lucha por su existencia cotidiana?
¿No debería el debate sobre los derechos trans centrarse más en quienes viven esa realidad que en quienes la comentan desde la distancia?