Cada 31 de marzo se celebra el Día Internacional de la Visibilidad Trans, una fecha que no nació para la fiesta, sino para el reconocimiento. Para decirle al mundo que las personas trans existen, resisten y merecen vivir con dignidad. Pero, ¿cuánto hemos avanzado realmente? ¿Y qué queda por hacer?
Hoy te proponemos una reflexión abierta, sin juicios ni respuestas absolutas. Porque hablar de identidades trans no es solo contar historias de lucha: es también abrir espacios donde quepan todas las realidades, con sus matices, contradicciones y necesidades.
¿Qué es la visibilidad trans y por qué importa?
Ser visible, en muchos casos, es un acto político. Para muchas personas trans, mostrar su identidad al mundo puede ser una decisión valiente… pero también arriesgada. Vivimos en una sociedad donde la norma binaria (hombre o mujer, y punto) sigue marcando las reglas del juego. Todo lo que se sale de ahí, incomoda. Cuestiona. Molesta.
Por eso, tener un día para reconocer la existencia y las aportaciones de las personas trans no es un detalle simbólico. Es una forma de decir: “Aquí estamos y también formamos parte de este mundo”.
La visibilidad puede empoderar, pero también puede exponer. Dependerá siempre del contexto, del apoyo recibido, del entorno familiar, educativo o laboral. No es lo mismo ser una persona trans en Madrid que en un pueblo pequeño. No es lo mismo salir del armario con 15 años que con 50. No todas las experiencias son iguales. Ni deberían serlo.
Breve historia del 31 de marzo: ¿de dónde viene esta fecha?
El Día de la Visibilidad Trans fue impulsado en 2009 por Rachel Crandall, activista trans de Estados Unidos. Lo hizo como respuesta a la falta de fechas que celebraran los logros y la vida de las personas trans, más allá del dolor o la violencia.
Hasta entonces, la única jornada reconocida globalmente era el Día de la Memoria Trans (20 de noviembre), que conmemora a las víctimas de transfobia. Crandall pensó: “Está bien recordar, pero también necesitamos celebrar a quienes siguen aquí”.
Y tenía razón. Porque aunque todavía hay mucho que denunciar, también hay historias de orgullo, resistencia, alegría y autenticidad que merecen su espacio. La visibilidad es una herramienta. No lo resuelve todo, pero sí ayuda a romper prejuicios.
¿Qué significa ser trans hoy?
Ser trans no es una moda, ni una ideología, ni una tendencia de TikTok. Es una vivencia profunda, real y tan válida como cualquier otra identidad. Y aunque la diversidad dentro del paraguas trans es inmensa (personas binarias, no binarias, genderfluid, agénero…), todas comparten algo: el derecho a definirse por sí mismas.
Hoy, ser trans en España puede parecer “más fácil” que hace unas décadas, al menos en el plano legal. La Ley Trans aprobada en 2023 supuso un avance importante: permite el cambio registral de sexo sin necesidad de informes médicos o tratamientos hormonales. Pero que haya leyes no significa que ya esté todo hecho.
Muches jóvenes trans siguen enfrentándose al bullying escolar. Muches adultes, al rechazo laboral. Las agresiones por motivos de identidad siguen existiendo. Los chistes transfóbicos en la tele, también. Y no digamos el odio que campa a sus anchas por redes sociales.
¿Y qué podemos hacer nosotres?
Hablar del tema ya es un primer paso. Escuchar a personas trans. No asumir su género. Preguntar los pronombres. Corregirnos sin dramas si metemos la pata. Y, sobre todo, no hablar en nombre de elles cuando hay voces trans que pueden contar su historia mejor que nadie.
Te dejamos algunas ideas concretas:
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Sigue a creadorxs trans en redes y amplifica sus mensajes.
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No compartas bulos transfóbicos (ni aunque sean «de broma»).
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Apoya proyectos liderados por personas trans.
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Revisa tu lenguaje: pequeños gestos generan grandes cambios.
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Si trabajas en medios, educación o salud, infórmate y aplica la perspectiva trans en tu entorno.
Pero, ¿tiene algún límite la visibilidad?
Aunque este día busca empoderar, también hay voces críticas que piden una mirada más compleja. Algunas personas trans sienten que la presión por «ser visibles» les obliga a exponerse constantemente. Como si tuvieran que dar explicaciones de su identidad para ser aceptades.
También preocupa que ciertos sectores utilicen la visibilidad como un «lavado de cara», sin aplicar cambios reales. Marcas que celebran el 31 de marzo con una foto en redes pero no contratan a personas trans. Instituciones que hablan de inclusión mientras niegan recursos básicos.
Entonces… ¿sirve la visibilidad si no va acompañada de transformación?
La infancia y juventud trans: una generación con voz propia
Uno de los focos más importantes (y más polémicos) está en la infancia. Cada vez más niñes expresan de forma temprana que no se identifican con el género asignado al nacer. Y sí, aunque cueste de entender, tienen derecho a ser escuchades.
Acompañar no es imponer. Es permitir que exploren, que se expresen, que crezcan con libertad. La clave está en el respeto, el amor y la información veraz. Sin pánico moral. Sin prejuicios. Sin infantilizar a quienes ya tienen muy claro quiénes son.
¿Y la representación en medios?
Sigue siendo desigual. Aunque cada vez hay más personajes trans en series, cine o literatura, todavía se cae en estereotipos: la víctima, el escándalo, el chiste fácil. Necesitamos historias reales, diversas, contadas desde dentro. Y sí, también finales felices.
Hay que dejar de ver la identidad trans como una «tragedia personal» y empezar a verla como lo que es: una expresión legítima de la diversidad humana.
Un futuro más allá de la etiqueta
Quizás llegue el día en que no necesitemos fechas como esta. En el que las personas trans no tengan que reclamar su existencia porque ya esté garantizada. Pero mientras tanto, sigamos abriendo camino. Con dudas. Con contradicciones. Con ganas de aprender.
La visibilidad no lo es todo, pero puede ser el principio de algo mejor. ¿Estamos dispuestes a mirar, de verdad?