Un vistazo general: Centroamérica, entre luces y sombras
Centroamérica es una región vibrante, rica en cultura y diversidad, pero también atravesada por desigualdades históricas, violencia estructural y conservadurismos religiosos profundamente arraigados. En este contexto, hablar de derechos LGTBIQ+ no es sencillo. A julio de 2025, el panorama sigue siendo desigual, con algunos avances tímidos en determinados países y preocupantes retrocesos en otros.
¿Dónde estamos hoy? La respuesta depende mucho del lugar donde se mire. Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Belice presentan realidades muy distintas. Sin embargo, la constante es que la comunidad LGTBIQ+ sigue enfrentando discriminación, estigmas, violencias y una falta alarmante de protección jurídica en gran parte de estos territorios.
Costa Rica y Panamá: luces en el camino
Costa Rica continúa siendo el país con mayor avance en la región. El matrimonio igualitario es legal desde 2020, y aunque aún existen desafíos, se han implementado políticas públicas que buscan incluir a la diversidad sexual y de género. El Ministerio de Salud, por ejemplo, ha desarrollado protocolos inclusivos para personas trans, y en educación se promueve la sensibilización sobre temas de identidad y orientación.
Panamá ha tenido un camino más irregular, pero en los últimos dos años se han dado pasos importantes. En 2024, la Corte Suprema falló a favor de reconocer ciertos derechos patrimoniales a parejas del mismo sexo, y en 2025 se está debatiendo un proyecto de ley para reconocer las uniones civiles. Aunque las resistencias siguen siendo fuertes, el debate público ha comenzado a cambiar.
Honduras, Guatemala y El Salvador: el peso de la violencia estructural
En el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, la situación es más crítica. Las personas LGTBIQ+ siguen siendo víctimas de violencia sistemática, tanto en el ámbito público como privado. Los crímenes de odio rara vez se investigan adecuadamente y las tasas de impunidad son escalofriantes.
En Honduras, por ejemplo, la activista trans Vicky Hernández fue asesinada en 2009 y su caso solo obtuvo justicia 12 años después, gracias a una sentencia histórica de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, poco ha cambiado desde entonces: solo en el primer semestre de 2025, al menos 11 personas LGTBIQ+ han sido asesinadas en el país, según organizaciones locales.
En Guatemala, aunque existe una vibrante red de activismo, el Congreso sigue bloqueando cualquier legislación que reconozca derechos a la comunidad. En 2025, se ha reactivado una propuesta de ley que pretende restringir los derechos de personas trans y prohibir la «ideología de género» en las escuelas, una medida que ha generado fuerte rechazo entre organizaciones defensoras de derechos humanos.
El Salvador, por su parte, ha hecho algunas promesas a nivel discursivo. El gobierno ha anunciado una estrategia nacional contra la discriminación, pero en la práctica aún no se traduce en políticas públicas eficaces. La comunidad LGTBIQ+ salvadoreña sigue exigiendo el reconocimiento legal de la identidad de género, la inclusión laboral y medidas reales contra la violencia.
Nicaragua: silencio forzado y represión
Hablar de derechos en Nicaragua en 2025 es complejo. La represión generalizada del gobierno ha silenciado a gran parte de la sociedad civil, incluyendo al activismo LGTBIQ+. Organizaciones que antes trabajaban abiertamente han sido obligadas a cerrar o a operar desde el exilio.
El discurso oficial ha borrado casi por completo cualquier mención a la diversidad sexual o de género. Aunque no existe una persecución directa y sistemática contra las personas LGTBIQ+ por su identidad, el clima de miedo, censura y control social afecta gravemente su derecho a organizarse, expresarse y exigir justicia.
Belice: avances discretos, retos persistentes
Belice despenalizó las relaciones entre personas del mismo sexo en 2016, pero desde entonces los avances han sido lentos. En 2025, se está discutiendo una posible legislación contra la discriminación por orientación sexual, pero aún no hay garantías legales claras para las personas trans ni acceso equitativo a servicios de salud, educación o trabajo.
El movimiento LGTBIQ+ beliceño, aunque pequeño, es resiliente y se mantiene activo en la lucha por derechos, especialmente a nivel comunitario. Sin embargo, la falta de voluntad política y los prejuicios culturales siguen siendo obstáculos serios.
¿Y qué pasa con las personas trans?
En casi toda la región, las personas trans son quienes enfrentan las mayores barreras. La expectativa de vida de una mujer trans en Centroamérica no supera los 35 años, una cifra que lo dice todo. La falta de acceso a documentación legal acorde a la identidad de género impide a muches acceder a empleo formal, servicios de salud o educación sin discriminación.
Solo Costa Rica reconoce legalmente el cambio de nombre y sexo en documentos, y aun así el proceso puede ser largo y complicado. En el resto de los países, la invisibilidad institucional y la violencia cotidiana continúan marcando la vida de las personas trans.
Activismo, esperanza y resistencia
A pesar de este panorama complejo, el activismo LGTBIQ+ centroamericano sigue siendo fuente de esperanza. Colectivos, casas de refugio, organizaciones y redes han seguido trabajando, muchas veces sin apoyo del Estado y enfrentando riesgos personales.
El arte, la cultura y el periodismo alternativo se han convertido en herramientas poderosas para denunciar, visibilizar y proponer. En ciudades como San Salvador, Ciudad de Guatemala o Tegucigalpa, pequeñas marchas, ferias de salud y espacios seguros florecen incluso en contextos adversos.
¿Un futuro más justo?
Es difícil prever con certeza hacia dónde va la región. ¿Podrán los gobiernos escuchar las demandas de sus ciudadanxs LGTBIQ+? ¿Se mantendrá la presión internacional para garantizar los derechos humanos en Centroamérica? ¿Será posible imaginar una región donde amar libremente no sea una amenaza?
Queda mucho por hacer, pero también muchas personas comprometidas en el camino. La lucha por los derechos LGTBIQ+ en Centroamérica no es solo legal o institucional. Es también una lucha por la dignidad, por la vida y por el derecho a ser quienes somos, sin miedo.
Perspectiva crítica: ¿el discurso de derechos está siendo cooptado?
Algunxs analistas han señalado que, en algunos países, los avances simbólicos en materia de derechos LGTBIQ+ podrían estar sirviendo como cortinas de humo para encubrir otras formas de autoritarismo o represión. La inclusión en el papel no siempre se traduce en una mejora real en la vida de las personas. ¿Estamos ante una política de gestos o de transformaciones profundas? Es importante no perder de vista esta tensión.
La situación de los derechos LGTBIQ+ en Centroamérica, a julio de 2025, es compleja y contradictoria. Hay motivos para la esperanza, pero también señales de alarma. Lo cierto es que el cambio solo será posible si quienes tienen poder político, económico y social se comprometen de forma real con la justicia y la igualdad. Mientras tanto, la comunidad LGTBIQ+ centroamericana sigue resistiendo, creando, cuidándose entre sí y exigiendo un futuro mejor.