El Tribunal Superior de Justicia de Brasil ha marcado un hito jurídico sin precedentes al autorizar, por primera vez, el registro oficial de una persona con género neutro. Aunque el fallo se aplica a un caso concreto, su impacto podría resonar mucho más allá de los tribunales.
Una sentencia que abre camino
En mayo de 2025, el sistema judicial brasileño dio un paso hacia la inclusión al permitir que una persona no binaria modificara su documentación legal para reflejar una identidad de género neutra. El caso gira en torno a alguien que, tras una transición hacia el género masculino—incluyendo tratamientos hormonales y cirugía—, decidió solicitar el reconocimiento oficial de una identidad que no se ajusta ni al “hombre” ni a la “mujer”.
El Tribunal Superior de Justicia aceptó su petición. Y aunque este fallo tiene validez únicamente para esta persona, representa una grieta en el rígido sistema legal binario, una apertura que podría ser el principio de una transformación jurídica más amplia.
¿Qué implica este reconocimiento?
El fallo no crea una nueva ley, pero sí establece jurisprudencia, es decir, una base que podría inspirar decisiones futuras. En la práctica, reconoce que el binarismo de género no es suficiente para abarcar toda la diversidad existente. Además, cuestiona la necesidad de pasar por procedimientos médicos para validar una identidad personal.
Este avance, aunque limitado en su alcance legal inmediato, tiene el potencial de influir en leyes nacionales, en el diseño de políticas públicas y, sobre todo, en la vida cotidiana de miles de personas que no se sienten representadas por las categorías tradicionales.
Un gesto que también protege
Brasil sigue encabezando estadísticas trágicas de violencia hacia personas trans y no binarias. La invisibilidad institucional, desde los documentos hasta las leyes, ha sido una de las múltiples capas de discriminación que enfrenta esta población. Por eso, el reconocimiento legal del género neutro no es solo una cuestión de identidad. Es también una cuestión de protección, de dignidad y de reparación histórica.
Este fallo pone sobre la mesa una discusión urgente: el derecho de cada persona a ser nombrada tal y como se identifica. ¿Cómo construimos una sociedad que no imponga categorías cerradas, sino que escuche y acoja lo diverso?
¿Y ahora qué?
La decisión del Tribunal, aunque pionera, también deja preguntas abiertas. ¿Se replicará esta posibilidad para otras personas? ¿El sistema judicial y legislativo avanzarán en la misma dirección? ¿Hasta qué punto están preparadas nuestras instituciones para reconocer, de forma plena y sin condiciones, las identidades no binarias?
La sociedad brasileña, profundamente marcada por discursos conservadores, se enfrenta a un dilema: seguir ignorando lo que ya existe o avanzar hacia un modelo legal y social verdaderamente inclusivo.
También hay dudas: ¿avance o excepción?
Aunque celebramos este fallo, no podemos ignorar las tensiones que lo rodean. ¿Hasta qué punto un reconocimiento individual puede esconder la falta de cambios estructurales? Algunos sectores advierten que este tipo de resoluciones, al no estar acompañadas de una reforma legislativa más amplia, corren el riesgo de convertirse en excepciones simbólicas. Además, la judicialización de derechos que deberían estar garantizados por ley plantea un desafío ético: ¿Quiénes pueden permitirse el tiempo, los recursos y la fortaleza emocional de acudir a los tribunales para ser reconocides?
