¿Qué pasa cuando quienes huyen por ser quienes son se topan con un sistema que no sabe cómo escucharles?
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha puesto el foco en esta pregunta con su informe «La protección internacional para personas LGTBI: el acceso al derecho a la protección internacional por motivos de orientación sexual e identidad de género».
En él, CEAR lanza una advertencia clara: el sistema español de asilo todavía arrastra prácticas que invisibilizan y vulneran los derechos del colectivo LGTBIQ+. Desde los informes de país de origen hasta las entrevistas personales, la realidad es que muchas personas solicitantes enfrentan obstáculos que van más allá de lo burocrático. Son barreras estructurales, culturales, y a menudo, profundamente emocionales.
Relatos que pesan más que los hechos
Para conseguir protección internacional en España, las personas LGTBIQ+ deben demostrar que sufren un temor real de persecución en su país de origen. Y aquí empieza el problema:
¿Cómo pruebas algo que te obligaron a esconder toda tu vida?
El procedimiento se basa en gran parte en el “relato personal”. Se espera que la persona solicitante narre su historia con coherencia, detalle y emoción. Pero esto no siempre es posible. El trauma, el miedo o la falta de referentes pueden provocar bloqueos, contradicciones o silencios que no significan mentira, sino supervivencia.
Además, hay contextos donde contar esa historia es casi imposible. Por ejemplo, en fronteras como el Aeropuerto de Barajas, donde el trámite se resuelve en solo cuatro días. ¿De verdad da tiempo a construir confianza, procesar miedos y explicar con claridad por qué se teme volver a casa?
Invisibilidad, estereotipos y falta de pruebas
Una de las críticas más fuertes del informe apunta a la falta de sensibilidad en la evaluación de la credibilidad. Hay quienes quedan fuera del sistema simplemente porque no encajan en la idea que ciertas autoridades tienen de lo que “debería ser” una persona LGTBIQ+.
Se cuestiona, por ejemplo, a quienes han tenido relaciones heterosexuales o han sido forzadas a casarse. A menudo, se ignoran realidades interseccionales, como las que viven las mujeres lesbianas, las personas trans o bisexuales, o quienes no se identifican con una categoría binaria.
Tampoco ayudan los llamados informes de país de origen (COI), usados para justificar muchas decisiones. Estos documentos suelen centrarse solo en hombres cis homosexuales, dejando fuera las violencias específicas que sufren otros cuerpos e identidades. Y ojo, que la ausencia de datos no equivale a la ausencia de persecución. Simplemente es una muestra más de la invisibilización.
¿Qué propone CEAR?
Frente a esta realidad, el informe no se queda solo en la crítica. Ofrece también propuestas concretas:
- Formación obligatoria en diversidad sexual y de género para el personal que realiza las entrevistas.
- Espacios seguros y confidenciales que respeten la identidad de la persona solicitante.
- Menos preguntas invasivas. Más humanidad.
- Un enfoque interseccional y cultural en la evaluación de cada caso.
- Refuerzo del acompañamiento legal, con especial atención a las personas más vulnerables.
Todo esto con un objetivo claro: que pedir asilo no sea una segunda violencia para quien ya ha sobrevivido a la primera.
¿Es suficiente?
Ahora bien, también conviene mirar el otro lado del espejo. Algunos sectores críticos señalan que esta atención específica a la población LGTBIQ+ podría provocar desigualdades dentro del propio sistema de asilo. Otros advierten del riesgo de que el enfoque emocional del relato acabe por reforzar una lógica de espectáculo del sufrimiento, en lugar de promover un análisis más estructural de la persecución.
Además, ¿cómo se garantiza que estas recomendaciones no se queden solo en el papel? ¿Existe realmente voluntad política y recursos suficientes para reformar el sistema desde dentro? Las dudas están sobre la mesa.
Una oportunidad para cambiar el rumbo
El informe de CEAR no ofrece soluciones mágicas, pero sí abre una vía para repensar el modelo de protección internacional en clave de derechos humanos. Si queremos ser un país que acoge desde la empatía, la escucha y la diversidad, el sistema de asilo tiene que transformarse.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que España está preparada para ofrecer un refugio seguro y digno a las personas LGTBIQ+?