Eduardo Leite, actual gobernador del estado de Rio Grande do Sul, ha registrado su precandidatura para las elecciones presidenciales de 2026. De resultar elegido, se convertiría en el primer presidente abiertamente gay de la historia de Brasil, marcando un hito en la política del país y en la visibilidad del colectivo LGTBIQ+.
El anuncio tuvo lugar el pasado martes 20 de mayo, después de su reciente incorporación al Partido Social Democrático (PSD), tras abandonar el PSDB, formación en la que militó durante más de dos décadas. “Sí, soy precandidato a la Presidencia de la República. Es una aspiración legítima de quien ha sido alcalde, gobernador y quiere contribuir al progreso de Brasil”, declaró Leite ante los medios de comunicación.
Su candidatura busca posicionarse como una alternativa a la actual polarización política, marcada por los bloques asociados a Jair Bolsonaro y Lula da Silva. Según Leite, ambos proyectos se sostienen en una lógica de enfrentamiento más que en una propuesta constructiva de futuro.
Visibilidad sin precedentes
La posibilidad de que una persona abiertamente gay acceda a la presidencia brasileña representa un avance simbólico de gran relevancia. Aunque cada vez hay más referentes LGTBIQ+ en las instituciones, el acceso a los máximos cargos de poder sigue siendo excepcional.
Leite dio a conocer públicamente su orientación sexual en 2021, durante una entrevista en horario de máxima audiencia en la cadena TV Globo. Aquel gesto fue valorado por muchos sectores como un acto de valentía personal en un entorno político aún poco inclusivo. Desde entonces, su figura ha ganado notoriedad tanto en Brasil como en el extranjero.
¿Representación suficiente?
No obstante, parte del colectivo LGTBIQ+ brasileño ha mostrado cautela ante esta candidatura. Aunque Leite ha visibilizado su orientación sexual, su trayectoria no se ha caracterizado por un apoyo activo a los derechos del colectivo. En su momento, la frase “soy un gobernador gay, no un gay gobernador” fue interpretada por varios sectores como una forma de desmarcarse del activismo LGTBIQ+.
Asimismo, su respaldo a Jair Bolsonaro en las elecciones de 2018 continúa generando malestar. El expresidente ha sido ampliamente criticado por su discurso abiertamente homófobo y sus declaraciones contra los derechos de las personas LGTBIQ+. Jean Wyllys, exdiputado federal y activista, ha señalado que Leite “tuvo muchas oportunidades de defender a la comunidad y no lo hizo”.
Entre el gesto y el compromiso
La candidatura de Leite plantea una cuestión clave: ¿es suficiente la visibilidad para representar al colectivo LGTBIQ+ en política? ¿O es imprescindible un compromiso explícito con sus reivindicaciones? El hecho de que alguien pueda llegar a la presidencia sin ocultar su identidad es indudablemente importante. Pero si esa identidad no se traduce en políticas concretas, ¿qué tipo de representación ofrece?
Actualmente, figuras como Erika Hilton —diputada y activista trans— siguen liderando propuestas legislativas centradas en mejorar la vida de las personas LGTBIQ+, así como de otros sectores históricamente marginados. Su labor muestra que no basta con estar; hay que actuar.