Una multa histórica que refleja la creciente represión digital contra la diversidad en el país
Un tribunal de Moscú ha impuesto una sanción económica sin precedentes a la tecnológica Apple por no retirar contenido con temática LGTBIQ+ de su plataforma, considerado “extremista” bajo la legislación rusa. Se trata de la primera vez que las autoridades del país multan a la multinacional estadounidense específicamente por este motivo.
La compañía ha sido condenada a pagar tres multas de 2,5 millones de rublos cada una —alrededor de 93.000 dólares en total—, tras ser hallada culpable de tres infracciones administrativas, según ha informado la agencia estatal RIA Novosti. El proceso tuvo lugar en el Tribunal del distrito Taganski y se celebró a puerta cerrada. La prensa solo tuvo acceso para escuchar la lectura de la sentencia.
Un patrón creciente de sanciones
Esta no es la primera vez que Apple se enfrenta a la maquinaria legal rusa. En noviembre del año pasado, la empresa fue multada con 36.900 dólares por no eliminar “informaciones prohibidas” y, anteriormente, en agosto de 2023, con más de 42.000 dólares por razones similares. La novedad, en este caso, es el carácter explícitamente LGTBIQ+ del contenido señalado.
Desde 2022, la legislación rusa ha endurecido sus restricciones en torno a los derechos de las personas LGTBIQ+. Tras la aprobación de una ley que prohíbe cualquier “propaganda” de relaciones no tradicionales, el margen de expresión se ha ido estrechando drásticamente. Esta normativa fue reforzada en noviembre de ese mismo año, y un año más tarde se prohibieron las operaciones quirúrgicas de cambio de sexo, encendiendo todas las alarmas entre colectivos trans.
¿Qué considera Rusia como «propaganda»?
Bajo el paraguas legal vigente, las autoridades rusas prohíben cualquier contenido que pueda interpretarse como una amenaza para los valores tradicionales. Esto incluye materiales que visibilicen relaciones entre personas del mismo sexo, discursos que cuestionen la visión binaria del género o incluso representaciones culturales que no se alineen con lo que el Estado considera aceptable. Tras la declaración del movimiento LGTBIQ+ como “organización extremista” por el Tribunal Supremo, la represión ha escalado hasta límites que resultan difíciles de cuantificar.
Una decisión que plantea dudas
¿Hasta qué punto puede una empresa internacional garantizar sus principios cuando opera bajo regímenes autoritarios? ¿Cuál es el coste —ético, económico y humano— de seguir presentes en un mercado donde los derechos fundamentales están restringidos? Apple, como otras grandes plataformas, enfrenta el dilema de respetar las leyes locales sin traicionar los valores de inclusión que promulga en otras regiones. Pero ¿es posible mantener ese equilibrio? No hay respuestas sencillas. Y tal vez ahí radique la importancia de preguntarlo.
Reacciones y consecuencias
Hasta el momento, Apple no ha emitido ningún comunicado oficial sobre la sentencia. Mientras tanto, las organizaciones de derechos humanos y colectivos LGTBIQ+ observan con preocupación cómo estas decisiones judiciales no solo afectan a empresas, sino que terminan teniendo un impacto directo en la vida cotidiana de millones de personas que forman parte del colectivo en Rusia.
La sanción marca un precedente. Pero más allá de la cifra económica, revela una intención clara: silenciar cualquier muestra de diversidad que cuestione el relato dominante.
Sin embargo, no todas las voces consideran que la respuesta de Apple esté a la altura del desafío. Algunas críticas apuntan a la pasividad de la compañía, que podría haber tomado una postura más firme en defensa de la comunidad LGTBIQ+, retirando su presencia en Rusia o denunciando públicamente las restricciones. También hay quien se pregunta si seguir operando en un país con este tipo de leyes no supone, en sí mismo, una forma de complicidad silenciosa. ¿Puede una marca global realmente mantenerse neutral en contextos donde la neutralidad ya no es una opción?