El Gobierno de El Salvador, bajo la dirección del presidente Nayib Bukele, ha implementado una medida que ha generado un amplio debate: la prohibición del «lenguaje inclusivo» en todas las instituciones educativas públicas del país. Esta decisión, anunciada por el propio mandatario en la red social X, busca, según las autoridades, «garantizar el buen uso de nuestro idioma» y «proteger a la primera infancia, niñez y adolescencia de injerencias ideológicas que afecten su desarrollo integral».
¿Qué implica esta prohibición?
La medida, que entró en vigor de inmediato, veta explícitamente el uso de palabras y expresiones que buscan la neutralidad de género o la inclusión de diversas identidades. Ejemplos como «niñe», «alumn@», «todos y todas», «amigue», «compañere», «jóvenxs» o «nosotras» no serán admitidos «por ninguna circunstancia» en los centros educativos públicos y dependencias del Ministerio de Educación.
La ministra de Educación, Karla Trigueros, una militar, ha sido la encargada de girar la instrucción, enfatizando que la prohibición busca «consolidar una comunicación institucional clara, uniforme y respetuosa». Este memorándum oficial se extiende a «todos los centros educativos públicos y dependencias de esa cartera de Estado».
Desde hoy queda prohibido el mal llamado “lenguaje inclusivo” en todos los centros educativos públicos de nuestro país. https://t.co/4JXb9ez3yC
— Nayib Bukele (@nayibbukele) October 3, 2025
Un antecedente en la política educativa salvadoreña
Esta no es la primera vez que la administración Bukele aborda el tema de la «ideología de género» en la educación. Ya en febrero de 2024, el entonces ministro de Educación, José Mauricio Pineda, anunció que «todo uso de la ideología de género» había sido «sacado de las escuelas públicas». Esta declaración se produjo después de que el presidente Bukele se refiriera al tema en Estados Unidos, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora. En aquel evento, Bukele manifestó la importancia de que la currícula escolar «no lleve esta ideología de género y todas estas cosas», y que los padres «estén informados y tengan voz y voto en lo que van a aprender sus hijos».
La prohibición del lenguaje inclusivo en El Salvador abre un espacio para la reflexión. ¿Es el lenguaje inclusivo una «deformación lingüística» o una evolución natural del idioma para reflejar una sociedad más diversa? ¿Hasta qué punto deben los gobiernos intervenir en la forma en que se utiliza el lenguaje en el ámbito educativo? ¿Qué impacto tiene esta medida en la comunidad LGTBIQ+ y en la percepción de la diversidad en las nuevas generaciones?
Esta decisión plantea interrogantes sobre la autonomía del lenguaje, la libertad de expresión y el papel de la educación en la construcción de una sociedad más equitativa e inclusiva. El debate está servido y sus implicaciones van más allá de las aulas salvadoreñas.