La diversidad biológica es un hecho innegable, pero para las personas intersex en la Unión Europea, esta realidad se traduce en una lucha constante contra la violencia, la discriminación y prácticas médicas invasivas sin consentimiento. Un reciente informe de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), basado en su encuesta LGTBIQ+ de 2023, arroja luz sobre una situación alarmante: la comunidad intersex es una de las más vulnerables dentro del colectivo LGTBIQ+, y los datos revelan un preocupante empeoramiento en los últimos años. ¿Estamos, como sociedad, a la altura del desafío de garantizar sus derechos fundamentales?
Violencia y acoso: una escalada preocupante
El estudio de la FRA subraya un aumento significativo de la violencia contra las personas intersex desde 2019. Las cifras son contundentes y nos invitan a la reflexión:
- Agresiones físicas o sexuales: Una de cada seis personas intersex (15%) sufrió una agresión en el último año. Si ampliamos la mirada a los cinco años previos, el porcentaje se eleva a un 34%, lo que representa un incremento de más de diez puntos respecto a 2019 y triplica la tasa reportada por el conjunto de la comunidad LGTBIQ+.
- Acoso por odio: Tres de cada cuatro personas intersex (74%) lo padecieron en el último año, una cifra que contrasta drásticamente con el 42% registrado en 2019.
Ni siquiera la escuela, un espacio que debería ser seguro, lo es para le joven intersex. El 76% de les jóvenes intersex sufrieron burlas, insultos o amenazas en centros educativos, un salto significativo desde el 54% de 2019. ¿Qué estamos haciendo para proteger a les más vulnerables en nuestros entornos educativos?
Discriminación: un estancamiento inaceptable
A diferencia de otres grupos dentro de la comunidad LGTBIQ+, las personas intersex no han experimentado mejoras en lo que a discriminación se refiere. Dos de cada tres (61%) declaran haber sido discriminades en el último año, especialmente en el ámbito laboral (38%). Esta persistencia de la discriminación pone de manifiesto que las políticas actuales son insuficientes, dejando al descubierto un vacío legal y social que clama por atención.
Intervenciones médicas sin consentimiento: una herida abierta
Uno de los aspectos más inquietantes del informe es la continuidad de intervenciones médicas realizadas sin el consentimiento libre e informado de las personas afectadas. Más de la mitad (57%) de les encuestades afirmaron haber pasado por cirugías o tratamientos invasivos para modificar sus características sexuales. Además, cerca del 39% fueron sometides a prácticas de «conversión», un porcentaje muy superior al del resto del colectivo LGTBIQ+ (25%). ¿Hasta cuándo se permitirá que estas prácticas, consideradas por muches especialistas como formas de violencia institucional, sigan existiendo dentro de la Unión Europea? La dignidad y la autonomía corporal de cada persona deben ser innegociables.
Impacto en la salud mental y riesgo de exclusión: una llamada de auxilio
El informe también destaca un profundo impacto en la salud emocional de las personas intersex. Más de la mitad (53%) pensaron en el suicidio durante el último año, un dato que supera ampliamente la media del resto de la comunidad LGTBIQ+ (37%). La exclusión social es otro factor alarmante: un 6% de las personas intersex encuestadas tuvieron que dormir en la calle al menos una vez, frente a solo un 1% del resto de personas LGTBIQ+ y un 0,2% de la población general de la UE. Estas cifras nos obligan a cuestionar qué tipo de sociedad estamos construyendo y cómo podemos garantizar que nadie se quede atrás.
Un llamado urgente a la acción: medidas para un futuro inclusivo
La FRA propone una serie de medidas que los Estados miembros deberían adoptar de manera inmediata para revertir esta situación:
- Combatir la discriminación: Incluir las características sexuales como motivo protegido en las leyes antidiscriminación y garantizar recursos suficientes a los organismos de igualdad.
- Luchar contra los delitos de odio: Reconocer explícitamente la orientación sexual, identidad y expresión de género, así como las características sexuales como agravantes en la legislación penal.
- Prohibir las intervenciones médicas no vitales: Poner fin a la mutilación genital intersex y formar a profesionales sanitarios en un enfoque basado en derechos humanos.
- Erradicar las prácticas de «conversión»: Establecer prohibiciones claras y efectivas que protejan a las víctimas de este tipo de violencia.
- Educación inclusiva: Implementar programas de educación sexual integrales y adaptados a cada edad que promuevan el respeto y la diversidad.
Como señala Sirpa Rautio, directora de la FRA: «Las personas intersex en la UE experimentan niveles alarmantes de exclusión, discriminación y violencia. Su situación requiere una respuesta urgente y un apoyo específico que garantice su dignidad y sus derechos fundamentales».
Una pregunta abierta para Europa
La evidencia está sobre la mesa. Las cifras no dejan lugar a dudas. La pregunta es inevitable: ¿está Europa dispuesta a dar un paso real hacia la protección de las personas intersex, o seguirá mirando hacia otro lado, perpetuando un ciclo de violencia y exclusión? La respuesta está en nuestras manos, como ciudadanes y como sociedad.